Benedicto VXI impresionó con su homilía Abrid las puertas a Cristo En su primer homilía dirigida a todos los fieles, el Papa combinó la herencia de Juan Pablo II con las peticiones a su grey para que oren por el éxito de su gestión. |
| |||||||
| Juan Pablo II tiene ya un sucesor. Ayer, Joseph Ratzinger se convirtió oficialmente en Benedicto XVI y lo hizo con una homilía en la que retomó el legado de su predecesor, pero también trazó las líneas gruesas de lo que será su gobierno al frente de la Iglesia católica. “Mi programa de gobierno es no hacer mi voluntad y no seguir mis propias ideas, sino ponerme junto con toda la Iglesia a escuchar la palabra y la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él”, dijo el Papa en una larga, densa de significados y aplaudida homilía, en la que señaló que algunos rasgos de su tarea ya los expuso el 20 de abril. Benedicto XVI, que dio la impresión de que no quiere expresar discursos políticos, sino homilías de marcado carácter pastoral, volvió a hacer un vehemente llamamiento a la unidad de los cristianos: “Hagamos todo lo posible para recorrer el camino de la unidad” e implorando a Dios “que seamos un solo pastor y una sola grey”. El Papa pidió a los católicos de todo el mundo que recen por él, para que no tenga miedo y huya “ante los lobos” y deje abandonadas a sus ovejas (los fieles). “Queridos amigos, en este momento solo puedo decir: rogad por mí, para que aprenda a amar cada vez más al Señor. Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos”, dijo Joseph Ratzinger. Los retos del pastor El Papa subrayó que una de las características fundamentales del pastor debe ser amar a los hombres que le han sido confiados, tal como ama Cristo, a cuyo servicio está. Benedicto XVI concluyó su homilía con un llamamiento a los católicos, el mismo que hizo Juan Pablo II cuando fue elegido Papa en 1978: “No tengan miedo y abran sus corazones a Cristo”, asegurando que Jesús no quita nada y que en él se encuentra la vida verdadera. “En este momento, mi recuerdo vuelve al 22 de octubre de 1978, cuando el papa Juan Pablo II inició su ministerio aquí en la plaza de San Pedro. Todavía, y continuamente, resuenan en mis oídos sus palabras de entonces: ‘No temáis!’ Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!”. afirmó. El Papa añadió que Juan Pablo II hablaba a los fuertes, a los poderosos del mundo, “los cuales tenían miedo de que Cristo pudiera quitarles algo de su poder, si lo hubieran dejado entrar y hubieran concedido la libertad a la fe”. |