29 vueltas a la Tierra por el Evangelio Aunque el primero en salir de Italia fue Pablo VI, Juan Pablo II fue por mucho el más viajero: más de 100 visitas internacionales y más de 152 dentro de Italia. |
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Desde el día que fui elegido obispo de Roma, el 16 de octubre de 1978, resonó en mi interior con gran intensidad y urgencia el llamamiento de Jesús: ‘Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura’”, confió el Papa durante una conferencia de prensa, en junio de 2003, con motivo de su viaje internacional número 100. Sumiso a la voluntad de Dios, e imitando al apóstol Pedro, no defraudó al llamado. Menos de cuatro meses después de ocupar la silla papal (enero de 1979), Juan Pablo II se embarcó en una visita a México, Santo Domingo y Bahamas. De allí para allá agarró sus maletas y fue a cuanto rincón de la tierra se le ocurrió, incluida Tierra Santa. Acaso le quedó, únicamente, la espina de no poder visitar Rusia, donde la Iglesia ortodoxa no permitió su entrada, al tiempo que lo acusaba de proselitismo. 242 viajes pastorales Juan Pablo II no fue el Papa de la época moderna que inició la tradición de los viajes pastorales al exterior. Su antecesor Pablo VI ya lo había hecho. Pero con mucho fue el pontífice que más viajes al exterior realizó. Así, visitó más de 130 naciones (la mayoría de las cuales recibió por primera vez a un pontífice), 706 ciudades y pronunció más de 2 mil 399 discursos. Esas visitas equivalen a un recorrido de 1 millón 200 mil kilómetros, es decir, 29 veces la vuelta al mundo. Más de tres veces la distancia de la Tierra a la Luna. Italia no quedó desamparada. Sus viajes al interior del país sobrepasan los 152, en los que empleó 377 días, visitó 302 ciudades y pronunció 898 discursos. Si se suman a sus viajes internacionales, Juan Pablo II llegó a más de
242 viajes. Por países, Polonia, su país de origen, fue la más visitada
con nueve viajes, le siguieron Francia con seis, España, México y Estados
Unidos con cinco y Portugal y Brasil con cuatro. América Latina, el bastión de la iglesia Durante el pontificado de Juan Pablo II, los católicos superaron por primera vez los 1 mil millones, aunque el aumento no se produjo de manera uniforme: mientras en Europa el cristianismo se iba desmoronando a pasos agigantados, Latinoamérica se establecía como el continente de la esperanza para la Iglesia católica. Tras el Concilio Vaticano II (1962-1965), en el Viejo Continente el catolicismo ha vivido una progresiva autodestrucción. En Italia, principal bastión cristiano europeo, solo uno de cada cinco fieles va a misa los domingos y la situación no es mejor en otros países tradicionalmente católicos como España, Portugal o Bélgica. Mientras tanto, América, cuya evangelización comenzó 15 siglos más tarde que en Europa, ya aglutina el 64% de los católicos del mundo, según cifras oficiales vaticanas. Son muchos los datos estadísticos que indican que América, y concretamente Latinoamérica, tendrá una importancia mayor en la Iglesia del siglo XXI. En Europa, la Iglesia pierde anualmente un millón de miembros mientras que en ese espacio de tiempo en el continente americano crece en 12 millones debido a la alta tasa de natalidad en ese lado del océano Atlántico. El número de vocaciones sacerdotales y religiosas está aumentando de manera estrepitosa en Latinoamérica.
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