Catedral ora por el descanso del
Papa nacion@laprensa.com.sv Arzobispo Sáenz llama a los católicos a “querer y amar” desde ya al sucesor de Juan Pablo II. |
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La suave y nostálgica melodía del “Pescador de hombres” recordaba ayer en Catedral Metropolitana, durante el ofertorio, al “peregrino de la paz”, el papa Juan Pablo II. El templo estaba repleto de personas que se unían al dolor que ha provocado en el país la muerte de Karol Wojtyla, el nombre de pila del pontífice. En los altares, las velas iluminaban las peticiones, y los labios de cientos de fieles se movían en silencio: rogaban por el difunto. “Su propia personalidad, en más de 26 años de pontificado, ha mostrado una riqueza impensable a su obra. Sus escritos doctrinales son abundantes y su acción pastoral fue única”, elogiaba monseñor Fernando Sáenz Lacalle, arzobispo de San Salvador, al trabajo del Papa. Una dinámica que también han adoptado las iglesias luterana, calvinista reformada, bautista y episcopal en el país al solidarizarse con el pesar de los católicos. “Las iglesias solidarias con nuestra hermana mayor estamos orando para que el Espíritu Santo se derrame en los 117 príncipes de la Iglesia católica romana, que deberán decidir al próximo sucesor”, señaló el presidente del Consejo Nacional de Iglesias (CNI), Martín Barahona. La Iglesia católica en El Salvador prepara una homilía oficial a finales de esta semana. La idea es, también, realizar una jornada de oración por el Santo Padre. “Y hacemos un llamado a los fieles a amar y querer desde ya al sucesor del Papa”, indicó el arzobispo Sáenz.
Entrevista con Fernando Sáenz Latinoamérica pesará en el cónclave El mundo llora. La Iglesia en El Salvador está de luto, y el arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz, reflexiona sobre la importancia que tuvo el Papa. ¿Debió renunciar por su salud? Fue una persona atlética, con un organismo fuerte: un hombre de acero. Tuvo una capacidad y lucidez extraordinaria, la suficiente para seguir en el Vaticano. ¿Qué implica su muerte? No tiene ninguna implicación encima de la Iglesia. Todos los papas han fallecido y no por eso dejará de haber papa.
Para muchos, la figura del papa debería desaparecer. Siempre han existido esas opiniones. Pero la Iglesia tiene una continuidad con el papa, y con él la doctrina de la Iglesia. Fueron sus posturas en diversos temas las más correctas. Él se basó en los mandamientos de Dios. Su influencia es tal que si él no hubiera estado, habría tardado mucho más la caída del muro de Berlín. Se dice que el próximo papa debería salir de América. No vale la pena hacer valoraciones de este tipo, cálculos o profecías. Hay un adagio que se ha ido cristalizando: en el consistorio, quien entra papa sale cardenal. Pero Latinoamérica pesa mucho en el cónclave.
Me rindo a orar por el hombre que fue santo El dolor de perder al que consideró un padre peregrino llevó ayer a María Victoria Merlos de García hasta la catedral de San Salvador para rendirse en oración por la muerte del papa Juan Pablo II. Llevaba entre sus manos el rostro del Sumo Pontífice, una imagen que compró durante la primera visita que el Papa hizo a El Salvador en marzo de 1983. Esa vez lo vi de lejos, recuerda. Su cuerpo se estremeció por aquella figura vestida de blanco, la mujer terminó desmayada. María Victoria recuerda que ese día hacía mucho calor. Ella corría detrás del papamóvil, pero jamás lo alcanzó. Quería estrechar la mano del pontífice, como otros cientos de feligreses. Compró entonces la imagen del Papa, que guarda desde entonces con cariño en un altar en su casa. Esta mujer, de 64 años, reflexiona ahora sobre el significado que ha tenido Su Santidad en su vida, desde aquel instante que apenas logró verlo de lejos: Se acercó a los jóvenes y no tenía distinción. Veía a todos por igual. Yo he aprendido a valorar lo que él valoró, porque era un maestro. Hoy, siente un vacío en su corazón: Como si quien murió fuera uno de mis familiares. Frente a los altares de catedral, María dio su propio tributo. Me rindo a orar por el hombre que fue santo, dijo. Las lágrimas en sus ojos se escapaban en silencio. Cuando me enteré de que se había muerto, sentí una corriente que me atravesó todo el cuerpo. Ver su sufrimiento ha sido como ver el que tuvo Cristo, dice mientras acaricia la fotografía del Papa.
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