RECUERDO. Doña Conchita, como le conocen sus familiares y amigos, al momento de recibir la hostia de manos del papa Juan Pablo II.
Dos veces cerca del Santo Padre

Cecilia Ortiz
mundo@laprensa.com.sv

Esta vicentina tiene en su casa la prueba de uno de los mejores recuerdos de su vida.


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Es un privilegio que el Señor me regaló y que considero una fortuna.”
Concepción Henríquez.

Concepción Henríquez de Valladares es una vicentina que recordará de manera muy especial al papa Juan Pablo II.

Ella tuvo la dicha de recibir la comunión de manos de Su Santidad en las dos ocasiones que el jerarca católico visitó El Salvador, en 1983 y en 1996.

Según doña Conchita, ambas experiencias son los sucesos más importantes de su vida y están entre los mejores recuerdos que atesora su corazón. Prueba de ello es que en la pared de su vivienda cuelga la fotografía del momento en que el Papa le daba la hostia, así como las invitaciones que recibió para ser una de las comulgantes.

Señaló que en las dos ocasiones ella fue seleccionada por el pleno de la diócesis para representarlos.

La selección

Para que Conchita recibiera la hostia de manos del Papa, primero recibió el aval de la Conferencia Episcopal; después,de la Presidencia de la República; luego, de la Nunciatura Apostólica; y finalmente, del Vaticano, desde donde recibió la invitación oficial para ir a la misa y recibir la comunión.

“Yo estuve muy cerca del Papa en las dos ocasiones, quizás a unos 10 metros. Ese es un privilegio que el Señor me regaló y que yo considero como una fortuna”, comentó la vicentina.

Doña Conchita aseguró que de la primera visita del Papa no tenía ninguna foto, por lo que para ella fue una sorpresa que un mes después de la venida del pontífice un sacerdote amigo suyo le llevara la fotografía (foto principal).

Una sorpresa

Según le explicaron, las fotografías de los comulgantes fueron tomadas por acompañantes de Su Santidad quienes luego las enviaron desde Roma para ser entregadas como recuerdos. Algo más que doña Conchita guarda de Juan Pablo II es una bendición papal que el arzobispo de San Vicente, monseñor Óscar Barahona, le trajo en una de sus visitas a Roma.

El amor que esta ferviente católica le profesa a Juan Pablo II se hace evidente.

“Él ahora está con el Señor, y que no nos quede duda de que intercederá por nosotros”, concluyó esta ferviente católica.