Contestó a salvadoreña que le escribió un poema

Iris Cabezas
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Juan Pablo II siempre estuvo presente en el corazón de los salvadoreños y ellos también estuvieron en el corazón del Papa.

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“Hoy te escribo a ti”
Ese fue el título que Isabel escogió para el poema que dedicó al Papa. Hoy en día guarda como un recuerdo la carta de agradecimiento.

María tenía 18 años cuando escribió el poema.

Recibió una postal y fotografía autografiada por Su Santidad. Este es el poema:

Hoy te escribo a ti porque tú eres la luz del mundo, la luz que nos ilumina para poder seguir adelante en este arduo camino.

Porque tú eres también el consuelo de los agobiados, la alegría de los niños; la esperanza de los pobres y desvalidos.

Porque tú sabes de nuestros sufrimientos e intercedes a Dios por nosotros.

Hoy te escribo a ti, porque tú motivas la esperanza a los jóvenes, la unión de las familias; la vida y el amor para los niños, la comprensión y protección a los ancianos, el amor y respeto a nuestros padres, la ayuda a quien lo necesita y la devoción y amor profundo , hacia nuestra santísima madre, la Virgen María.

Gracias por llenar de esperanza a nuestros corazones.

No solo en las dos visitas a esta tierra, sino porque existen pequeños detalles en los que se ha comprobado que Su Santidad siempre llevaba a El Salvador en sus oraciones.

Tal es el caso de una carta que envió, por intermedio del cardenal camerlengo, a María Isabel Jaco Linares, una abogada de profesión.

Fue en junio de 1986 cuando Isabel se llevó tal sorpresa.

Juan Pablo II, el máximo representante de Cristo, le había confiado a uno de sus secretarios que le respondiera en atención a un poema que ella le escribió e hizo llegar hasta el Vaticano, meses atrás.

Según comentó Isabel, se inspiró en la cercanía que tuvo con el Papa durante su primera visita a El Salvador. Para ese entonces, ella estudiaba en un convento católico y le tocó la suerte de participar en el recibimiento a aquel tan aclamado visitante.

El carisma y la calidez de Juan Pablo II quedaron clavados en los miles de corazones salvadoreños que acudieron a verlo, como el de Isabel. El poema que escribió en honor del Pontífice llegó hasta el Vaticano y a cambio de eso, Isabel recibió bendiciones apostólicas de parte de Su Santidad, expresadas en una carta (ver recuadro).