ORAN. Fieles católicos santanecos oran ante la imagen de Juan Pablo II durante la misa dominical ayer en la catedral occidental. La misa de las 9 de la mañana estuvo particularmente concurrida para acompañar espiritualmente al Papa.
Las catedrales estuvieron llenas

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Los fieles católicos se congregaron en las principales iglesias del país para orar.


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3

días desde la muerte del Papa.

84

años a la fecha de su muerte tenía el Papa.

El Salvador sigue entre la resignación y la esperanza por la muerte de Juan Pablo II.

Entre los salvadoreños católicos de todo el país, se vive un sentido de agradecimiento y cariño para quien fuera el vicario de Cristo.

Así quedó demostrado en los principales centros santos de la religión católica en El Salvador.

Las catedrales de San Miguel, Santa Ana y Sonsonate fueron espejos que reflejaron el cariño que familias enteras profesaban al pontífice de la Iglesia católica que en vida fue encargado de “hacer visible las veces del invisible”, tal y como lo dice la Constitución Apostólica vaticana.

En San Miguel, familias enteras llenaron la catedral del mismo nombre para pedir por el eterno descanso del alma de Juan Pablo II.

En Sonsonate, personas que estuvieron a pocos metros del Papa, cuando realizó su segunda visita al país, narraban con emoción los recuerdos que les venían a la mente.

Otros, como María Lipe Lue, una descendientes de indígenas de la zona, oraban como muestra fiel del poder que el catolicismo ejerce en tierras cuscatlecas.

En departamentos como San Vicente, las pobladores salieron a las calles en procesión para adorar a su Dios y endosar en sus oraciones el alma del Santo Padre.

De hecho, personas como Concepción Henríquez, una vicenti-na que recibió de manos de Juan Pablo II la comunión, sufren la fal-ta de la presencia física del pastor mundial de los católicos, a la vez que reconforta su alma al asegu-rar que el Papa ya están con Dios (ver página 16).

Así, los salvadoreños, los llamados a ser perennemente los “artesanos de la paz”, acudieron a ponerse en oración confiados en que Juan Pablo II pondrá su intermediación por todos los católicos fieles a la iglesia heredada a Pedro.


“Toqué la mano del Papa”

La segunda visita del papa Juan Pablo II a El Salvador en 1996 marcó la vida de la sonsonateca Thelma de Aguilar, ya que fue una de las pocas feligreses elegidas, junto a su familia, para dar la bienvenida al Santo Padre en el Aeropuerto Internacional de El Salvador en Comalapa.

La señora de Aguilar junto a sus hijas, Mirna y Morena, su esposo, Reynaldo, y su nuera Brenda Leonor fueron instalados a casi unos 100 metros de distancia de donde se estacionó el avión.

El grupo de sonsonatecos debía entonar cánticos de bienvenida cuando apareciera la imagen del Papa, pero la sorpresa mayor fue cuando Juan Pablo II quebró el protocolo y se dirigió al grupo donde estaba Thelma de Aguilar.

“Él nos dio la mano, nos dio una estampa con su fotografía y nos dio la bendición... Yo me quedé petrificada ante la cantidad de energía que irradiaba”, dijo la feligrés. Aguilar recuerda que sus hijas lloraron cuando tuvieron el privilegio de ser el único grupo al que se acercó y saludó el Papa en la terminal aérea.

“Fue una combinación de emociones indescriptibles cuando tuve la oportunidad de tocar su mano”, recuerda De Aguilar. “Estaba almorzando cuando me enteré de la muerte del Papa, me rodaron las lágrimas, pero al mismo tiempo sentí alegría porque él ya está con Dios”, dijo Thelma.