Los desafíos del nuevo Papa mundo@laprensa.com.sv Su nombre aún no se conoce, pero sí la mayoría de las discusiones que deberá afrontar. Temas como el celibato, la homosexualidad o la más activa participación de la mujer están sobre la mesa. |
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Puede que los cardenales de la Iglesia católica no sepan aún a quién elegirán como el próximo Papa, pero ya tienen una idea de los problemas que le tocará enfrentar. Durante sus más de 26 años de pontificado, Juan Pablo II reafirmó la doctrina ortodoxa y el liderazgo del Vaticano sobre los 1 mil 100 millones de católicos de todo el mundo, para deleite de los más conservadores y las quejas de quienes propugnaban algunas reformas. El pontífice polaco completó casi todos los lugares del Colegio de Cardenales con hombres afines a su pensamiento con lo que favorece las probabilidades de que su sucesor sea también un conservador. Sin embargo, los tiempos y las personalidades cambian, y los nuevos papas pueden sorprender incluso a aquellos cardenales que lo hayan elegido. Más allá de quién resulte elegido, los funcionarios eclesiásticos opinan que enfrentará desafíos en los siguientes temas. División norte-sur El centro de gravedad de la Iglesia pasó durante el siglo XX de Europa al Tercer Mundo, con un 62% del total de los católicos viviendo en la actualidad en Latinoamérica, África y Asia. Esas iglesias enfatizan en la justicia social y piden un alivio a la deuda con más firmeza, aunque son generalmente más ortodoxas acerca del celibato, los rituales litúrgicos y el papel de la mujer. La pregunta es si una Iglesia más “al Sur” podría alejar a aquellos feligreses que esperan políticas más liberales después del largo papado conservador de Juan Pablo II. Dentro de los próximos 10 a 20 años, los ancianos clérigos católicos enfrentarán una dramática disminución en sus filas, a medida que los obispos mueran o se retiren. El promedio de edad de los sacerdotes católicos está hoy día por encima de los 60 años. Los liberales dicen que esas reglas tradicionales desalientan a quienes tienen vocación, y piden reformas, incluyendo el matrimonio y la posibilidad de nombrar sacerdotisas. Celibato La falta de clérigos y el escándalo ocasionado por los sacerdotes implicados en casos de abuso sexual a niños han impulsado a los reformadores a reclamar la finalización de la antigua tradición del celibato. Sin embargo, la Iglesia valora el celibato como un don de Dios que libera a los sacerdotes para dedicar sus vidas por completo al servicio de Él. Los conservadores mantiene que son las fallas personales, y no el celibato per se, las que llevan a los sacerdotes descarriados al pecado. En cuanto a la moral sexual de los feligreses, la encíclica “Humanae vitae”, redactada por el papa Pablo VI en 1968 y en la que se prohibía el control artificial de la natalidad, abrió un abismo entre la Iglesia y muchos feligreses. Juan Pablo II predicó vigorosamente acerca de las virtudes de la castidad prematrimonial y de la planificación familiar natural, pero efectuó un avance mínimo. “Él no ha volcado a la gente a favor del control de la natalidad”, manifestó el padre Thomas Reese, de la revista jesuita América. El Papa enfrentará también una creciente aceptación de la homosexualidad, a quienes el Vaticano considera “trastornados” y no aptos para ser consagrados. Mujeres y laicado La creciente igualdad entre los sexos en los países desarrollados ha impulsado a grupos de activistas a quejarse porque la Iglesia mantiene su negativa a aceptar la ordenación de mujeres. A medida que los sacerdotes se vuelven poco comunes, los laicos han asumido cada vez más y más tareas parroquiales. A los tradicionalistas no les gusta esta tendencia y han tratado de reafirmar el papel predominante del cura. Juan Pablo II descartó la posibilidad de ordenar mujeres y hay muy poca perspectiva de que eso cambie. Esto lleva a un distanciamiento cada vez mayor entre las mujeres y la Iglesia, que depende de ellas para transmitir la fe a los jóvenes. Colegialidad La “colegialidad” consiste en delegar la toma de decisiones desde el Vaticano a los sacerdotes del mundo. Esto se convirtió en tema recurrente durante el centralizado papado de Wojtyla. Las reformas del Concilio Vaticano II tendían a involucrar más a los sacerdotes locales, pero Juan Pablo II dio marcha atrás. También desplazó a varios teólogos liberales de la enseñanza. Funcionarios de la Iglesia afirman que ha habido un considerable descontento en las filas católicas por la falta de consulta entre el Vaticano y los diferentes sacerdotes alrededor del mundo. |