El pensamiento papal

El País
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Las encíclicas, cartas circulares que el Sumo Pontífice dirige a todos los obispos del mundo, están consideradas documentos fundamentales del magisterio de la Iglesia católica. Juan Pablo II publicó un total de 14 encíclicas en las cuales destacan su defensa de la dignidad humana y su oposición al comunismo y al ultraliberalismo.

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“REDEMPTOR HOMINIS” (4/3/1979)

Redactada íntegramente por el Papa, es una reflexión sobre el hombre y una ardiente defensa de la dignidad humana. El texto condena expresamente cualquier atentado contra la persona, como la tortura, la falta de libertad, el terrorismo y los totalitarismos, sin especificar ideologías. Toda la encíclica es una llamada a los hombres para que se unan en torno a la Iglesia, “depositaria de la verdad y de la libertad” revelada en Jesucristo. El Pontífice se mostró conservador con respecto a las nuevas directrices teológicas surgidas en Europa y en el Tercer Mundo y pesimista ante las conquistas humanas de este siglo.

“DIVES IN MISERICORDIA” (30/11/1980)

En esta segunda encíclica, de marcado carácter social, Juan Pablo II propone el cambio del término justicia por el de misericordia. Afirma que, ante las amenazas a las que está sometido el hombre contemporáneo, el complemento de la misericordia divina es “más grande que cualquier miseria y más completa que cualquier justicia”, junto con la realidad de la Iglesia como tabla de salvación de la humanidad.

“LABOREM EXERCENS” (14/9/1981)

Juan Pablo II arremete contra el liberalismo y el colectivismo, se adentra en unas reflexiones, nuevas en la literatura de las encíclicas que abogan por la cogestión y la autogestión. Más que en otras encíclicas sociales, el Papa se relaciona con una vieja tradición cristiana que relativiza el principio de la propiedad y que considera el trabajo como instrumento mediante el cual el hombre cumple la misión de dominar la tierra que le ha sido asignada por el Dios de la Biblia.

“SLAVORUM APOSTOLI” (2/6/1985)

Dedicada a los santos eslavos Cirilo y Metodio, evangelizadores de los pueblos eslavos, el texto propone que los habitantes de los países de esta etnia puedan practicar su fe cristiana sin cortapisas y que el mensaje de estos santos se convierta en un puente ideal entre el Este y el Oeste.

“DOMINUM ET VIVIFICANTEM” (18/5/1986)

La encíclica está dedicada enteramente al Espíritu Santo. Está dirigida a los creyentes, pero en realidad podría ser más bien definida como “carta a los ateos”, ya que el interlocutor principal de la encíclica es el mundo de los “no creyentes”. El Papa insiste en la necesidad de que la humanidad entre en un clima de conversión.

“REDEMPTORIS MATER” (25/3/1987)

Desde el principio queda patente el tono “milenarista” de esta encíclica cuando afirma: “La circunstancia que hoy me empuja a tratar este argumento (el de la Virgen) es la perspectiva del año 2000, ya muy cerca, en el que el jubileo bimilenario del nacimiento de Cristo orienta al mismo tiempo nuestra mirada hacia su Madre”. Respecto al sacerdocio femenino, niega esta capacidad de la mujer al afirmar que María “no figuraba entre los discípulos que Jesús envió por todo el mundo para enseñar a todas las naciones”.

“SOLLICITUDO REI SOCIALIS” (30/12/1987)

Está considerada como la primera encíclica del Papa acerca de los problemas socioeconómicos, ya que la Laborem exercens trataba más bien del mundo del trabajo, y pretende continuar y conmemorar la famosa encíclica promulgada 20 años antes por Pablo VI. Juan Pablo II pide a los cristianos que se priven no solo de lo superfluo, sino también de lo necesario “para aliviar la miseria de los que sufren cerca o lejos”. Entre otros factores, el Papa achaca el fracaso del desarrollo económico en el Tercer Mundo a la división del mundo en bloques. Asimismo, afirma que la Iglesia es crítica tanto frente al “capitalismo liberalista” como frente al “colectivismo marxista”. En el texto se atribuye a los trabajadores católicos polacos del sindicato Solidaridad el derrumbamiento del sistema comunista de los países del Este europeo.

“REDEMPTORIS MISSIO” (7/12/1990)

Aborda en esta encíclica el delicado problema que debe afrontar la Iglesia católica para presentar el Evangelio en un mundo profundamente transformado, en el que el diálogo se ha impuesto al proselitismo de antaño y la radio, la televisión y la prensa son los nuevos púlpitos desde los que se pregona el mensaje de Cristo.

“CENTESIMUS ANNUS” (1/5/1991)

Juan Pablo II afirma que el capitalismo no puede considerarse como el sistema ideal por el hecho de que haya fracasado el comunismo en el mundo, y lo considera tan ateo y materialista como el marxismo. Es la primera vez que una encíclica dedica un capítulo entero al tema de la propiedad a la que se da legitimidad solamente si tiene una dimensión “social” más que privada.

“VERITATIS SPLENDOR” (6/8/1993)

Excepcionalmente dirigida a los obispos, trata de las bases y el carácter de la ética, más que de su contenido, como respuesta a una situación de emergencia suscitada por “una civilización unitaria tecnicista” que “prescinde de los valores”. El texto afirma que la doctrina de la Iglesia no se basa en “debates típicos de una democracia” y condena el disenso teológico. Anima a los obispos a tomar medidas disciplinarias contra las instituciones o los teólogos particulares que no cumplan su obligación de ayudar al prelado a difundir la moral de la Iglesia.

“EVANGELIUM VITAE” (25/3/1995)

Profunda reflexión sobre la necesidad de defender la vida y sobre las amenazas que se ciernen sobre ella. La encíclica tiene como ejes principales la condena del aborto, de la eutanasia y de la reproducción artificial, “síntomas alarmantes” de una “cultura de la muerte” imperante en la sociedad moderna. También trata de modo colateral el crecimiento demográfico y la pena de muerte que sigue aceptando en casos de “absoluta necesidad” para la “legítima defensa” de las sociedades.

“UT UNUM SINT” (25/5/1995)

Es la primera encíclica de la historia dedicada al ecumenismo. Entre las novedades del texto cabe destacar la oferta del Papa a los responsables de otras iglesias a los que invita a un diálogo directo sobre la primacía de Roma, uno de los temas clave que separa a los cristianos.

“FIDES ET RATIO” (14/9/1998)

Fruto de 12 años de trabajo de una comisión de teólogos y filósofos, dirigida y redactada por el propio Karol Wojtyla, esta encíclica tiende una mano a la razón, a la filosofía, reconoce su contribución al progreso humano y al enriquecimiento de la fe, pero no renuncia a dictarle a la razón las condiciones imprescindibles sobre las que debe basarse la nueva armonía entre los dos adversarios históricos. El Papa se reafirma en su línea de apertura hacia todas las culturas, da a entender que la Iglesia católica, la misma que organizó los tribunales de la Inquisición, la que condenó a la hoguera a Giordano Bruno, la que contribuyó a generar un sentimiento hostil hacia el pueblo judío, ha cambiado de talante y se muestra dispuesta a ocupar un espacio de paz. Pero la encíclica Fides et ratio deja claro que el magisterio eclesiástico debe reservarse una función de control.

“ECCLESIA DE EUCHARISTIA” (17/4/2003)

Se trata de un documento fundamentalmente doctrinal y teológico dedicado al sacramento de la eucaristía. Es una severa admonición contra los “abusos” que se han cometido “después del Concilio Vaticano II” en la eucaristía y una alerta contra las ilusiones ecuménicas que pasan por alto el diferente valor que tiene este sacramento para católicos y protestantes.