PRIMER ENCUENTRO. Los cardenales presentes en el Vaticano se reunieron ayer para discutir temas de la Iglesia y prepararse para el cónclave del que saldrá electo el próximo papa. Solo estuvieron 65 de los 184 miembros del Colegio Cardenalicio.
Cardenales no dan día elección de papa

Roma/Agencias
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Los purpurados se reunirán todos los días para conocerse entre sí y para que detallen su visión sobre el futuro de la Iglesia.

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Cónclaves peculiares

 

Juan Pablo II fue elegido papa en 1978 tras un cónclave que duró tres días. Pero no siempre duraron poco las votaciones para elegir a un jefe de la Iglesia católica.

El cónclave más largo comenzó en 1268, en la región italiana de Viterbo, y duró dos años, nueve meses y dos días. Solo cuando la indignada población empezó a llevarse el tejado que cubría la sala donde estaban reunidos se eligió al papa Gregorio X, en septiembre de 1271, y más que nada por miedo a las primeras tormentas del otoño.

Uno de los cónclaves más dramáticos fue el de 1314 en Carpentras, en el sur de Francia. La impaciente masa incendió el palacio episcopal en el que estaban sesionando los cardenales, que tuvieron que huir de las llamas.

A finales de junio de 1316, el príncipe Felipe encerró a los purpurados en el monasterio dominico de Lyon. Cuarenta días más tarde, el 7 de agosto de 1316, fue elegido finalmente como papa Juan XXII.

Por el contrario, el cónclave más breve tuvo lugar el 31 de octubre de 1503 en Roma: tras pocas horas, salió elegido Julio II.

También la designación de Pío XII en 1939, tras solo 20 horas de sesiones, está considerada una de las conferencias más cortas de los cardenales.

Elección del nombre

 

El sucesor de Juan Pablo II podrá elegir libremente el nombre que utilizará en su pontificado.

Las opciones que tendrá son: elegir uno de sus antecesores, el de un santo o una versión latinizada de su nombre de pila.

La regla quiere que el sucesor del apóstol Pedro elija su nombre justo después de haber sido elegido por el Colegio Cardenalicio.

Juan Pablo I, elegido en 1978 y cuyo pontificado duró solo 33 días, fue el primero que optó por un doble nombre.

Desde el galileo Simón Pedro, el primer papa, ningún pontífice se atrevió a llevar el nombre de Pedro.

Los nombres más adoptados a menudo fueron Juan (21), Gregorio (16), Clemente y Benito (14).

Los cardenales, que se reunieron ayer por primera ocasión, aún no han decidido cuándo comenzará el cónclave para la elección del sucesor de Juan Pablo II, informó el portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls.

La normativa del Vaticano establece que la reunión de cardenales de la que saldrá el sucesor en el sillón de Pedro debe ser convocada no antes de 15 días ni después de 20 de la muerte del Papa.

Karol Wojtyla falleció el pasado día 2, por lo que el cónclave deberá convocarse entre los próximos días 17 y 22 de este mes.

La congregación de purpurados mantuvo sus primeras reuniones en la Sala Bolonia del Palacio Apostólico del Vaticano, con la asistencia de 65 miembros de los 183 que estaban convocados (en realidad son 184, ya que uno fue nombrado in péctore y todavía no se ha revelado su identidad).

Las actividades

En la reunión de ayer, los cardenales juraron en latín mantener el secreto para la elección del próximo pontífice y definieron la fecha del funeral de Juan Pablo II.

Además se aseguraron de que sus cuartos estuviesen listos en la residencia que ocuparán dentro del Vaticano, en el albergue Casa Santa Marta, y que esté lista la Capilla Sixtina para la elección secreta del nuevo papa.

A partir de hoy se celebrará una reunión diaria a fin de que todos los cardenales se conozcan entre sí y detallen su visión sobre las cuestiones que hay que afrontar.

Los cardenales también discutirán y aprobarán los gastos incurridos en el interregno.

Los electores

Ciento diecisiete cardenales participarán en el cónclave que elegirá al sucesor de Juan Pablo II, al tener menos de 80 años, edad en la que se pierde la condición de elector, aunque se mantiene la de ser elegido.

Aunque estos purpurados no entran en la Capilla Sixtina, donde se reúne el cónclave, en los días previos a esta asamblea se les escucha y se tienen en cuenta sus opiniones. Forman, así, una especie de “grupo de ancianos sabios”.

Hasta ahora, no hay un favorito, pero los cardenales en Roma han adelantado un perfil del próximo pontífice que apuntan a que mantendrá las pautas tradicionalistas dictadas por Juan Pablo II en materia de moral, sobre todo respecto a la familia y el sexo, y eclesiástica —celibato y papel de la mujer—, aunque con la capacidad de afrontar los nuevos desafíos.



La votación es secreto para la eternidad

Sin lugar a indiscreciones

Callar es una virtud de los cardenales. Cuando los purpurados de todo el mundo se reúnen en el Vaticano para elegir un nuevo papa, tienen que jurar tres veces que de sus labios no saldrá ni una sola palabra al exterior.

Pese a ello, en el último cónclave alguien se fue de la lengua. Se supo que 99 de 111 sufragios aprobaron la elección de Karol Wojtyla en octava votación. Y eso que el resultado debería haber sido un secreto “para la eternidad”.

Por eso mismo los cardenales que ya están en Roma han empezado a practicar de inmediato la discreción. Tratan de evitar lo máximo posible cámaras y micrófonos. De la misma manera silenciosa actúan en cuanto a su alojamiento: evitando por todos los medios los grandes hoteles, duermen en las residencias de las diversas congregaciones o en hospicios, o incluso en el Vaticano. Su estancia en Roma podría durar más de lo que le gustaría a muchos.

Y es que incluso antes de que los cardenales entren en la Capilla Sixtina, muchos vaticanólogos coinciden en señalar que ésta podría ser una de las elecciones más difíciles de la historia de la Iglesia católica. En el siglo XX, el cónclave duró una media de un par de días. Pero en esta ocasión el proceso podría ser más largo.

Uno de los problemas de la calculabilidad de la elección es que los apoyos dentro de la Iglesia han cambiado en las últimas décadas. La mayoría de los católicos viven hoy en Latinoamérica, pero las iglesias de Asia crecen constantemente, mientras que en muchos países europeos las iglesias están casi vacías.

Si se cumplen los pronósticos, ésta podría ser la elección de un hombre de un “país lejano”.


El nuevo papa, según las profecías

Las profecías en torno al papado son numerosas. Los discípulos del astrólogo francés Nostradamus (1503-1566) aseguran por ejemplo que el próximo papa será negro.

Por su parte, el obispo irlandés San Malaquías (1094-1148) redactó una lista de 112 papas que sucederían a Celestino II, hasta el día del Juicio Final. Según dicha lista, después de Juan Pablo II solo quedan dos papas.

San Malaquías escribió para cada uno de los papas dos o tres palabras para caracterizarlos.

El profeta predijo que Juan Pablo I, papa 109, era “de medietate Lunae” (de la media Luna), coincidentemente su ordenación sacerdotal y episcopal y su elección como papa ocurrieron en noches de media luna.

Juan Pablo II, quien fue definido como el papa “de labore solis” (de la fatiga o trabajo de sol a sol), realizó un trabajo extenso hasta su muerte, sin dejar de trabajar.

Según Malaquías, el próximo papa será el de la “gloria olivae” (la gloria del olivo). El olivo simbolizaba en el pasado la raza judía, por lo que el título podría recaer en el francés Jean Marie Lustiger.

Otros opinan que el sucesor del Papa podría ser también el arzobispo de Milán, Dionigi Tettamanzi, que tiene un olivo dibujado en su escudo episcopal.

El nigeriano Arinze podría cumplir las profecías de Nostradamus como las de Malaquías. Es negro y como presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo entre las Religiones podría ser un buen candidato si se busca un papa de la paz, otro sentido del olivo.