DESPIDEN. El embajador salvadoreño en Roma, Roberto Andino Salazar (primera fila), fue parte de la misa que la comunidad salvadoreña ofreció por el alma del papa Juan Pablo II, ayer en Roma.

 

Comunidad en Roma celebra misa

Salvadoreños despiden al Papa
José Luis Sanz / Enviado especial
mundo@laprensa.com.sv

Una representación de la comunidad salvadoreña en Roma ofreció ayer una misa en honor de Juan Pablo II, donde se recordó no solo al pontífice, sino también a una tierra lejana llamada hogar.


Imprimir esta notaEnviar esta notaOpinar sobre este tema

Entre la religión
y el deporte

“Mire, este es Óscar. Jugó en Ascenso y entrenó con el Alianza. Aquí han tratado de ficharlo, pero como no tiene papeles aún”, le iban explicando los más envalentonados al embajador salvadoreño en Italia, Roberto Andino.

“Y tendría que ver a Tony, Tonino, tiene 47 años, pero aún juega de defensa...”, añadían otros compatriotas después de la misa.
Los comentarios sobre la muerte del Papa, como en toda Roma, iban y venían de la conversación pero no se quedaban.

En cuanto al partido previsto para ayer, al final no se jugó. La lluvia del fin de semana había dejado el campo impracticable. Pero se mantuvo la reunión, social: música bailable, carne encebollada y cervezas frías.

Esta vez se reunieron más de un centenar en un parque público e hicieron parrillada. Este año, porque dicen que son imbatibles y sin ayuda de milagros, prometen que el título se celebrará con pupusas.
Irma López aún recuerda la que montaron la última vez que los salvadoreños ganaron el campeonato de aficionados (van tres al hilo).

Según datos de la representación diplomática salvadoreña, en Italia residen cerca de 30 mil salvadoreños, aunque la comunidad más grande radica en Milán, la ciudad más grande de ese país, y no en Roma, la capital italiana.

La cita era a la una, pero se empezó con horario salvadoreño. A la 1:45 p.m., el padre Giovanni pidió perdón por su mal español (confesaría luego que era la segunda vez que daba misa en ese idioma), y arrancó la liturgia ante casi un centenar de latinoamericanos, la inmensa mayoría de ellos, salvadoreños. A su lado, banderas y bufandas azules y blancas, y una imagen de Jesús resucitado junto a la de Juan Pablo II.

Entre los asistentes, matrimonios jóvenes, familias enteras reunificadas con el paso de los años a este lado del Atlántico, y Roberto Andino, el embajador de El Salvador ante Italia. “No vengo nunca a misa”, confesaba Walter Urías, de unos 35 años, aún con el uniforme de la gasolinera en la que trabaja, “pero como es por el Papa, y de todos modos iba a venir al partido...”

“El partido” es el de cada domingo, el que reúne a decenas de salvadoreños en el Instituto Don Orione, donde ayer se celebró la misa, para aplaudir en un campeonato de aficionados. Walter es un antiguo miembro del batallón presidencial que aún recuerda la llegada de Wojtyla a El Salvador en el año 1996. “En el cuartel quedó mi foto con él. Fui uno de sus guardaespaldas”, cuenta.

Despedida y añoranza

La ceremonia, animada con guitarra y respetables esfuerzos de los presentes por entonar, se cerró con sonoros gritos de “Juan Pablo II, te quiere todo el mundo”, iniciados por el sacerdote oficiante.

“Me hacen falta las pupusas de Olocuilta, ‘mamma mia’”, comentaba ya en la calle, sin darse cuenta del cruce idiomático, Gloria, una joven de Comalapa que lleva en Europa poco más de un año.

A pocos metros, el resto de salvadoreños intercambiaba bromas, recuerdos y planes de futuro. “Prefiero a los chicos de allí, o al menos que sean latinoamericanos. Los italianos no saben bailar”, se quejaba Alejandra, una adolescente, con gesto de desgana.

Walter, el de la gasolinera, se resistía a la invitación del resto por contar chistes sobre el presidente Saca, probablemente por la presencia del embajador, quien llegó al país hace tres meses y por primera vez se reunía con este grupo de residentes.