Fieles que reafirmaron su fe
Alexander Torres
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Son muchos los salvadoreños que conservan historias, anécdotas, fotografías, regalos y otros recuerdos del Papa.

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Desde recibir la comunión, tomarse una fotografía al momento de besarle el Anillo del Pescador o simplemente el hecho de haber compartido un momento único con el Santo Padre ha sido suficiente en algunos salvadoreños para reafirmar la fe en el catolicismo.

Esos momentos los han impactado, cambiado su vida o les han hecho creer que el papa polaco no solo era un excelente comunicador, sino que irradiaba “personalidad, conocimiento y humildad”, comentan los afortunados.


Tres momentos con Su Santidad

Su trabajo como fotógrafo oficial de los últimos presidentes de la República le han permitido a Mauricio Sandoval una cantidad de ángulos y situaciones codiciadas por otros de sus colegas.

Pero ninguna de ellas se compara con los momentos que —dice él— representa el hecho de haber tenido el honor de hacer lo que más le gusta al captar al personaje que “a mi criterio, es el más famoso de los famosos”, según él define a Juan Pablo II.

La última ocasión en que tuvo la oportunidad de estrechar la mano del Papa fue la más especial, ya que lo hizo en la basílica de San Pedro, en un salón especial donde cubrió la visita del presidente Calderón Sol en noviembre de 1998.

“Al momento de besar el anillo al Papa, sentí algo fuerte, te impactaba”, recuerda. Las otras dos ocasiones que estuvo cerca de Karol Wojtyla fue en las visitas al país en 1983 y en 1996.


 

Una oportunidad casi milagrosa

Facundo de Jesús Ruiz Rodas se considera un católico puro. “En mi familia todos somos cien por ciento de esta religión”, dice.

Ruiz Rodas estuvo en agosto de 1996 en el Vaticano al lado de su madre, María Otilia, con su esposa, Ileana Serarols, y su hija Ana Carolina. Era un día miércoles, día de audiencias en el salón Pablo VI, por lo tanto, solo podía acceder a saludarlo quienes habían solicitado cita.

Junto con su familia se acercó hasta el límite que imponía la Guardia Suiza, que inmediatamente les dijeron que no podían entrar.

Entonces doña María Otilia les dijo: “Queremos ver al Santo Padre y venimos de muy lejos, de América”. “¿Santo Padre?”, cuenta que respondió apresurado uno de los guardias, y al unísono la familia respondió: “Sí”. Y curiosamente el guardia les permitió el paso. La familia fue alojada en un lugar cercano junto con alemanes, mexicanos, españoles y otras decenas de fieles.


El Papa cantó como solista

En marzo de 1983, Karol Wojtyla cantó como solista el cántico del pescador de hombres, y lo hizo ante unas dos mil personas congregadas en el gimnasio del Liceo Salvadoreño.

“Tenía una bonita voz, y eso queríamos aprovechar”, dice monseñor Jesús Delgado, quien fue el maestro de ceremonias.

Cuando el programa señaló que era momento de cantar “El pescador de hombres”, Delgado le pidió a Su Santidad que cantara él solo. “¿Solo?”, dice que le preguntó.

Tras la reacción del Papa, monseñor se dirigió con un gesto, y con ambas manos pidió a la asamblea que hiciera silencio. Estaban reunidos monjas, diáconos, sacerdotes, obispos y otras personalidades católicas.

Y fue entonces que su “bonita voz” y todo lo aprendido en su formación teatral en Polonia valió para que los presentes apreciaran una faceta del Santo Padre.