Bush: “Reafirmé mi fe cristiana”

Agencias
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La muerte del papa Juan Pablo II hizo que el mandatario de Estados Unidos, George W. Bush, se reafirmara en sus creencias cristianas.

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Judíos y musulmanes estrechan sus manos
El presidente israelí, Moshe Katzav, estrechó por primera vez la mano de su homólogo sirio, Bachar Asad, y conversó en persa con el iraní Mohamed Jatami en el Vaticano, durante el funeral de Juan Pablo II, informó ayer la radio pública israelí.

Según la emisora, el presidente sirio tomó la iniciativa de darle un segundo apretón de manos al término de las exequias.

La portavoz de Katzav, Hagit Cohen, expresó que era demasiado pronto para señalar si el apretón de manos generará frutos diplomáticos, pero describió el intercambio como algo histórico. “Fue un momento histórico, una oportunidad única”, manifestó Cohen.

Siria está oficialmente en conflicto con Israel e Irán ni siquiera reconoce la existencia del Estado hebreo.

Sin embargo, en Damasco se restó importancia al apretón de manos de Katsav con el presidente sirio Asad.

El funeral también reunió, aunque no hubo cruce de palabras entre ellos, a Jatami y el presidente de EUA, George W. Bush, cuyos gobiernos mantienen serias divisiones por el tema de la producción de energía nuclear en el estado islámico.

El presidente George W. Bush afirmó ayer que el funeral del papa Juan Pablo II lo ayudó a reafirmar su fe personal, y alabó el fuerte legado del pontífice.

“Sabía que la ceremonia de ayer sería majestuosa, pero no me di cuenta cuán conmovido estaría por la propia ceremonia, por la hermosa música”, dijo Bush a periodistas a bordo del avión presidencial (Air Force One), a su regreso de Roma a Washington.

Sobre el servicio, Bush destacó: “Sirvió para fortalecer mi fe. La fe es un camino, no un momento, no un plazo. La ceremonia de ayer fue una reafirmación para millones”, comentó Bush.

“Este será uno de los grandes momentos de mi presidencia, haber asistido a esta gran ceremonia”, agregó.

Sobre su relación con el Papa, a veces oficialmente en desacuerdo sobre temas como la guerra de Iraq, Bush señaló: “Mi relación con el papa Juan Pablo II era una muy buena”.

Sobre el sucesor

Sobre el nuevo papa que guiará al mundo católico, Bush declaró: “Estoy interesado en trabajar con quien resulte el sucesor. No prejuzgaré el proceso de selección”.

“Creo que el papa Juan Pablo II dejará un claro legado de compasión pacífica y un fuerte legado de claro tono moral”, evaluó.

El presidente estadounidense también afirmó que esta experiencia reforzó su creencia. “Existe un Dios. Y no tengo duda de que el señor Jesucristo fue enviado por el Todopoderoso. No hay duda”, afirmó el mandatario.

Rodeado por una multitud en Roma, Bush le rindió tributo a los restos del Papa.

“Era un caballero y los últimos días de su vida me hizo saber sus opiniones con su mirada. En la última visita (al Vaticano, en junio del año pasado) se encontraba luchando físicamente, y aún sus ojos se mostraban muy firmes. La mayor parte de la comunicación se realizó por escrito”, afirmó.


Los reyes ocuparon lugar preeminente

Los reyes de España ocuparon un lugar preeminente en el espacio destinado a los jefes de Estado y de Gobierno asistentes al funeral del papa Juan Pablo II, junto a los representantes de otras casas reales.

Juan Carlos y Sofía se encontraron situados en la primera fila de la zona destinada a los líderes mundiales, una de las dos únicas que disponían de reclinatorio y que estuvo ubicada a la derecha del féretro con los restos mortales de Karol Wojtyla.

Los otros tres miembros de la delegación española (el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy) se encontraron cinco filas más atrás.

Ese fue el lugar destinado a la delegación española, asignado por orden alfabético de los países en francés, idioma oficial de la diplomacia vaticana.

Juan Carlos y Sofía estuvieron flanqueados por los reyes de Bélgica, a su izquierda, y por los de Jordania, a su derecha. Inmediatamente detrás de ellos estaba el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, y el presidente francés, Jacques Chirac, junto a sus respectivas esposas.

Al igual que los reyes de España, Bush, quien fue el último jefe de Estado en acceder a la plaza de San Pedro para asistir al funeral de Juan Pablo II, fue situado en un lugar distinto al del resto de la delegación de su país.