Una despedida desde la distancia
Mayrene Zamora
mundo@laprensa.com.sv

Los salvadoreños se dieron cita en la madrugada para despedir a Juan Pablo II por la televisión y la radio.

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Recuerdos Películas y el adiós
En Las Carnitas Cuscatlán, ubicada en la avenida del mismo nombre, en el centro de San Salvador, también unas ochos personas se desvelaron para despedir a Juan Pablo II.

Carlos Mauricio, de 29 años, yerno de la propietaria del comercio Las Carnitas, asegura que la pérdida de Su Santidad será “irreparable” y representa un vacío.

El trabajo no impidió que Rafael Sánchez, un vigilante de una farmacia, no escuchara atento su radio. Una frase de la lectura del Evangelio le hizo derramar unas cuantas lágrimas.

Unos jóvenes que comercializan CD pirata en las cercanías del Centro Histórico de la ciudad capital veían ayer en la madrugada un video del Papa, para enterarse de quién fue él.

Hubo salvadoreños que trasnocharon ayer para dar el último adiós a Su Santidad Juan Pablo II por medio de la televisión y la radio.

En el área metropolitana, el funeral del Papa viajero motivó a familias, amigos y conocidos a reunirse para no perder ningún instante de transmisión. A otros, les sirvió para reflexionar y comentar el legado que marca la historia de sus más de 26 años de pontificado. El sonido de la televisión no impidió que compartieran unas cuantas horas entre cheros.

Vendedores, comerciantes, vigilantes, bulteros, cargadores, limpiabotas, estudiantes, enfermeras, taxistas, empresarios, agentes policiales... fueron los protagonistas que LA PRENSA GRÁFICA identificó durante un recorrido por las calles y sitios de comida rápida del Gran San Salvador en la madrugada de ayer.

La mayoría de estos salvadoreños coincide en que el desvelo es solo una parte en comparación con el legado, amor, humildad y espiritualidad que siempre caracterizó al Vicario de Cristo. “En ningún momento, es una sacrificio para mí, al contrario, es como rendirle un tributo al enviado de Dios”, dijo un agente privado, mientras saca la antena de su radio.

“Ya tengo ratos de estar aquí, en Las Carnitas, y aunque no sea católico, al Papa lo respeto mucho, fue un gran hombre”, destacó Manuel López, taxista.

“Los que hablaban mal de él es por celos”, concluyó Mayra Gutiérrez, vendedora de cosméticos.


 

Fabiola se quedó en el puesto para ver al Papa

Ella fue una de las comerciantes del centro de la ciudad capital que soportaron el desvelo y el cansancio de la faena del día para ver el entierro del Papa.

Fabiola Calderón, de 34 años, es una vendedora de cosméticos en la 4.ª avenida norte y 1.ª calle poniente. Ella reside en el barrio La Vega con sus dos pequeños hijos, pero anoche decidió quedarse en su lugar de trabajo para despedir al Papa. “Estos son momentos que nunca se olvidan y este hombre que siempre fue sencillo y humilde se lo merece”, justificó.

Fabiola improvisó una cama de madera, cubrió con una colcha de varios colores a sus dos “orgullos” y se dispuso a “rendirle tributo al enviado de Dios”.

Sin embargo, varias preguntas rondaron en su mente: “¿Quién será el nuevo papa? Ojalá que cumpla con todo lo que Juan Pablo II dejó”, rogó la vendedora.

También un guardia nocturno aprovechó el momento para poder ver el ritual que antecedió al entierro de Juan Pablo II, aunque por media hora “descuidó” el puesto.

El reflejo de la pantalla del televisor también robo unos minutos de la atención de un menor que vive en la calle: “¿Por qué están todos aquí?”, preguntó insistentemente el menor, pero nadie le puso mayor atención.