Un pontificado marcado por las enfermedades

Vaticano/AFP, EFE

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Los 25 años de papado de Juan Pablo II han estado marcados por el atentado que sufrió en 1981 en la plaza de San Pedro y por una serie de dolencias y enfermedades, entre ellas el Parkinson, que no le han restado energía espiritual, aunque sí alguna física, como se ha visto en sus viajes por el mundo.

El historial clínico de este Papa comenzó cuando tenía 24 años y tuvo que ser hospitalizado al ser atropellado por un vehículo militar alemán.

Se recuperó y nadie volvió a acordarse del accidente. Cuando fue elegido Papa, en 1978, a los 58 años, la imagen que presentó al mundo fue la de un deportista amante del montañismo, la natación y el fútbol. Rebosaba salud y energía.

Menos de tres años después se produjo el primer y más grave contratiempo para su salud: el atentado sufrido el 13 de mayo de 1981 en la plaza vaticana, cuando le disparó dos tiros el turco Ali Agca que a punto estuvieron de costarle la vida. El atentado debilitó a la larga su estado físico.

El 12 de julio de 1992 fue intervenido de un tumor en el colon. La operación duró cuatro horas y le fue extraído un tumor benigno del tamaño de una naranja. A la vez le fue extirpada la vesícula biliar y detectados cálculos biliares.

Para muchos vaticanistas, fue en 1994 que inicio su decadencia física. “Todo empezó con la fractura del fémur el 29 de abril de 1994”, sostiene el especialista del diario romano “Il Messaggero”.

Luego de eso, poco a poco su salud se fue deteriorando a medida se hacía evidente que padecía del mal de Parkinson.

Su 102.º viaje al exterior, en Eslovaquia, del 11 al 14 de septiembre, demostró que el Papa había entrado en una fase más aguda de la enfermedad que lo aqueja desde hace una decena de años.