Interpretando los “signos de los tiempos”
La palabra de la Iglesia se pronuncia fundamentalmente desde el Magisterio, que es ejercido por el Papa de forma sobresaliente, pues lo hace en función de toda la Iglesia.

Citas
 
  Sólo una fe que hunde sus raíces en la estructura sacramental de la Iglesia, que bebe de las fuentes de la Palabra de Dios y de la Tradición, puede hacer que los bautizados sean efectivamente capaces de resistir al impacto de la cultura secularizada dominante.”  

Restantes
enciclicas papales

Veritatis Splendor. Sobre la verdad (6 de agosto de 1993).

Centesimus Annus. Sobre el centenario de Rerum Novarum, la encíclica de León XIII en 1891 sobre la Doctrina Social (1 de mayo de 1991).

Redemptoris Missio. Sobre el mandato misionero. (7 de diciembre de 1990).

Sollicitudo Rei Socialis. Sobre la cuestión social. (19 de febrero de 1988).

Redemptoris Mater. Sobre la Virgen María. (25 de marzo de 1987).

Dominum et Vivificantem. Sobre el Espíritu Santo. (30 de mayo de 1986).

Slavorum Apostoli. Sobre la obra evangelizadora. (2 de junio de 1985).

Laborem Exercens. Sobre el trabajo humano. (14 de septiembre de 1981).

Dives in Misericordia. Sobre la misericordia divina. (02 de diciembre de 1980).

Redemptor Hominis. Sobre la redención y la dignidad de la raza humana. (15 de marzo de 1979).

Una encíclica, fundamentalmente, es una “carta circular” que un Papa expone a toda la Iglesia, o a toda la Humanidad, o a un sector de ella, con un contenido moral, y con ocasión y como respuesta histórica a problemas generales que esté atravesando el hombre y la sociedad.

El contenido o el argumento de las encíclicas puede ser muy variado, porque no existe nada realmente humano que no halle respuesta en el seno de los discípulos de Cristo.

El Papa ha escrito 14 encíclicas, 13 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas, 42 cartas apostólicas y 28 Motu proprio. A continuación, pequeños fragmentos sobre las últimas encíclicas papales.

Ecclesia de Eucharistia (17 de abril de 2003). Sobre la Eucaristía y la vida de la Iglesia:

Es la más reciente encíclica de Juan Pablo II, muestra la enorme convicción y fe en la Santísima Eucaristía, mostrándola como el centro y el tesoro de la Iglesia y el corazón del mundo.

“En el humilde signo del pan y el vino, transformados en cuerpo y sangre de Cristo, Él es el camino de todos, es nuestra fuerza y nos convierte en testigos de esperanzas para todos”.

Fides et Ratio (15 de octubre de 1998). Sobre la fe y la razón:

Esta encíclica desarrolla las relaciones entre la fe y la razón, en siete capítulos que comprenden temas como: la revelación de la sabiduría de Dios, relación entre la fe y la razón, intervenciones del Magisterio en cuestiones filosóficas, interacción entre teología y filosofía, exigencias y cometidos actuales.

“Diversos sistemas filosóficos, engañándolo (al hombre), lo han convencido de que es dueño absoluto de sí mismo, que puede decidir autónomamente sobre su propio destino y su futuro confiando solo en sí mismo y en sus propias fuerzas. La grandeza del hombre jamás consistirá en esto. Solo la opción de insertarse en la verdad, al amparo de la sabiduría y en coherencia con ella, será determinante para su realización”.

Ut Unum Sint (04 de junio de 1995). Sobre el ecumenismo:

En ella, Juan Pablo II sugiere el camino para el movimiento ecuménico, hace un balance sobre el mismo y sugiere un método para acelerarlo. El Papa explica que el ecumenismo es algo esencial para la vida y la acción de la Iglesia, que debe ser fiel al mandato de Cristo y evitar el escándalo de la desunión.

“El compromiso ecuménico debe basarse en la conversión de los corazones y en la oración, lo cual llevará incluso a la necesaria purificación de la memoria histórica. Con la gracia del Espíritu Santo, los discípulos del Señor, animados por el amor, por la fuerza de la verdad y por la voluntad sincera de perdonarse mutuamente y reconciliarse”.

Evangelium Vitae (25 de marzo de 1995). Sobre la defensa de la vida:

En esta encíclica, el Papa reprende la violencia contra millones de seres humanos, especialmente niños, forzados a la miseria, a la desnutrición y al hambre por injusticias sociales; el comercio de armas, la difusión de la droga y todas aquellas prácticas que suponen graves riesgos para la vida.

“La buena noticia para los hombres de ayer, hoy y siempre, es anunciada y acogida de manera fiel y fuerte por la Iglesia en el Evangelio de Vida. El nacimiento del Salvador del Mundo produce una gran alegría, pero en esa fecha, también se manifiesta el sentido profundo de todo nacimiento humano. Y esa alegría mesiánica constituye el fundamento y realización de la alegría por el nacimiento de cada niño”.