“Es lindo mi país, pero es muy violento” | Día del niño
Oct 1, 2010

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“Es lindo mi país, pero es muy violento”

Hoy es jueves, mi día de consulta. Con mi papá venimos desde Santa Ana, como todas las semanas, para mi tratamiento ambulatorio del Hospital Bloom. Salimos a las 6:30 de la mañana para viajar en bus porque el pick up de mi papá no funciona. Me atenderá la doctora Soad Alabi, ella es la directora del centro médico de la Fundación Ayúdame a Vivir, que está cerquita del hospital. Es amable conmigo y le tengo confianza.
Rossy Tejada

Mi nombre es Jonathan Josué Sandoval. Tengo 11 años y aquí recibo medicina para mi enfermedad, la que descubrí cuando me aparecieron unos moretones en las piernas y se me quitaron las ganas de jugar fútbol. El 25 de diciembre de 2008 me dijeron que tenía leucemia mieloide. Esta es la semana 11 de un tratamiento que durará dos años.

Este Día del Niño lo pasaré fuera del hospital con mis papás y unos primos que viven con nosotros. No tengo hermanos.
El año pasado estuve ingresado durante cinco meses en el octavo piso del Hospital  Bloom, donde están otros niños con cáncer. Ahí, a veces, faltaban algunas medicinas y la comida no me caía bien. Por eso mis papás llegaban todos los días a dejarme almuerzo y se quedaba conmigo cuando me tocaban las quimioterapias. Hoy solo me toca venir una vez por semana, tengo que tomar una medicina en la mañana y una en la noche, y un goterito, aparte de la inyección que me pondrán hoy.

Estudio en el Colegio Estrella de David, en Santa Ana. Voy a quinto grado. Ahí, los profesores saben que cada jueves falto a clases para asistir a mi consulta en San Salvador. En el colegio casi no hablo de mi enfermedad, ni me preguntan mucho. Es mejor así.

Hace poco, en la clase de Sociales, nos pusieron a hacer un dibujo de nuestro país. Yo dibujé un río, árboles, arbustos y unas nubes. Me pareció bonito y me imagino que así es El Salvador en algunos lugares. Pero en otros no tanto.

Es lindo mi país, pero es muy violento. Hay muchas pandillas. Quisiera que el presidente hiciera más leyes para prevenir eso porque hay lugares a los que no se puede ir por la delincuencia. Me da tristeza porque veo en la tele que la violencia va empeorando. Y yo quiero crecer en este país.

Si yo fuera presidente, también procuraría que a los niños les respetaran sus derechos. Que se hiciera algo para rescatar a los que piden en la calle, que pudieran estudiar. Y que los que están en un hospital sean bien atendidos y no les falte nada. También me gustaría que fueran más estrictos con las leyes que prohíben botar basura en las calle, me parece que hay mucha contaminación. Hay lugares a los que no he podido ir, como a las playas de La Libertad, que me gustaría conocer. Lo más bonito que he visitado en El Salvador han sido sitios culturales, como Joya de Cerén o  Tazumal. Fuimos de parte del colegio hace unos años y me gustó. Quisiera regresar ahí, pero tendré que esperar hasta completar el tratamiento.

Mis papás, que siempre han sido comerciantes, me preguntan qué quiero ser cuando sea grande. Se sorprenden cuando les contesto que me gustaría ser doctor. Puede ser porque he podido conocer bien el trabajo que hacen aquí en el centro médico. O porque me han tratado bien y quisiera ayudar a las personas a curarse. Cuando estuve ingresado en el Bloom conocí a muchos niños que pasan por lo mismo, y si me preguntan hoy les diría que sean fuertes y que tengan mucha paciencia. Que nunca hay que decaer. Yo cada día me siento mejor.

***
Walter Sandoval, padre de Jonathan, lo acompaña en el consultorio. Ahí, la doctora Soad añade páginas al grueso expediente clínico del menor. Ha respondido bien al tratamiento.
Las estadísticas de la institución reflejan que del total de menores atendidos por leucemia, el 71% sobrevive a la enfermedad.  Jonathan ha subido dos libras desde su última visita y ha vuelto a jugar al fútbol. “Eso es bueno”, evalúa la especialista.
Se despiden. Jonathan sonríe y comienza a repartir pequeños abrazos entre doctores y enfermeras, quienes se han convertido en confidentes. En su piel de porcelana aún se reparten algunas manchas oscuras, signo de que la batalla contra la leucemia sigue viva. Cada semana, un paso.

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