Madre solo hay una

Sus silenciosas calles esconden una trágica historia ocurrida hace casi 10 años. La calma que cotidianamente reina en el municipio de Verapaz, San Vicente, fue interrumpida ese fatídico martes 13 de febrero de 2001, cuando un sismo de 6.6 grados sacudió al territorio nacional, a las 8:22 de la mañana.

Los daños más devastadores de ese terremoto, el segundo en cuestión de un mes, ocurrieron Cuscatlán, San Vicente, La Paz y San Salvador.

Una década después de aquel día en que se estremeció la tierra, habitantes de Verapaz recuerdan la tragedia y vuelven a vivir ese oscuro momento.

“No terminamos de asimilarlo. Uno recuerda lo sucedido como que hubiera ocurrido hoy”, dice Marlene del Carmen Ostorga. Ella es profesora en el Instituto Nacional San José Verapaz, y es parte de una familia de siete hermanos.

Hace memoria y dice que ese 13 de febrero se encontraba en el centro educativo organizando unas actividades escolares cuando la tierra empezó a crujir.

El piso se levantaba, las pareces se estremecían y, cuando todo volvió a la calma, Marlene corrió hacia su casa, ya agrietada por el sismo de un mes atrás, ubicada en el cantón Molineros. Allá estaban su madre y su hermana. En su pecho se alojaba un fatal presentimiento. “Mi mama ha muerto”, se decía mientras iba deprisa a su casa.

En esos días, su mamá, doña Thelma del Carmen de Ostorga, tenía 55 años y no gozaba de buena salud, así que permanecía gran parte del tiempo en cama. Así la dejó Marlene algunas horas antes, cuando salió a trabajar.

Al llegar, tristemente comprobó lo que temía: su madre había quedado atrapada entre las demolidas paredes de adobe y bahareque. Su cuerpo fue rescatado con ayuda de los vecinos.

Marlene piensa que su mamá intentó levantarse de la cama para resguardarse, pero el tiempo le ganó la batalla. A doña Thelma una viga le golpeó la cabeza, causándole la muerte casi inmediata.

“Ella se ponía a orar por las personas que habían quedado soterradas en Las Colinas por el terremoto del 13 de enero. Es irónico que ella haya tenido que morir de la misma manera un mes después”, lamenta Marlene, al traer ese recuerdo a su mente.

En la vivienda del cantón Molinares, la familia sólo pasaba los días; por las noches descansaban en otra que poseen en la entrada al municipio de Verapaz, donde habitan actualmente.

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