Congregados. Los capitalinos celebraron con devoción la misa en honor del patrono de San Salvador en la Catedral Metropolitana, en el último día de las fiestas agostinas. Foto de LA PRENSA/Francisco Campos

Cientos de feligreses se congregaron en la Catedral por la misa en honor del Divino Salvador del Mundo.

María José Saavedra

El arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, hizo un llamado a los salvadoreños a abrazar el perdón y la paz, en medio del clima violento e inseguro que atormenta al país.

El religioso dedicó la reflexión de la misa en honor del patrono de la capital, el Divino Salvador del Mundo, a la ola de violencia que se cobra 12 vidas diarias, en todo el país.

“No hay paz sin perdón”, sentenció Escobar Alas.

El pastor católico retomó una frase de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, pronunciada el 6 de agosto de 1977 en pleno conflicto armado: “Es triste presenciar el espectáculo cruel que debemos ofrecer al Divino Salvador del Mundo, un cuadro de sangre, desolación y angustia… ¡no a la violencia, sí a la paz!”

El religioso lamentó que a la vuelta de 33 años los niveles de criminalidad estén igual.

“Por desgracia después de 34 años la cosa no ha cambiado mucho. Estamos en una situación grave”, dijo Escobar Alas.

Además durante la misa que transcurrió en una mañana nublada y bastante fresca, las palabras del papa Juan Pablo II expresadas en 1997 también fueron retomadas: “La paz duradera no es solo una cuestión de estructuras… Se apoya ante todo en la adopción de un estilo de convivencia humana inspirada en la acogida recíproca y capaz de un perdón cordial”.

Los feligreses mantuvieron total atención.

A la liturgia asistieron el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Belarmino Jaime, y su esposa. Jaime se refirió a las palabras del arzobispo y dijo que sin duda está de acuerdo en hacer un llamado a la paz.

El alcalde capitalino, Norman Quijano, también asistió acompañado por una de sus hijas y lamentó la inseguridad en la que se vive. Por su parte, la diputada del FMLN Blanca Coto dijo “que el llamado es a una verdadera transfiguración de la sociedad”.