El 17 de diciembre de 2010, Mohamed Bouazizi, un joven tunecino de 26 años, se inmoló frente a un edificio público, luego que las autoridades decomisarán su venta de frutas por no poseer permiso para venderlas.
Este hecho marcó el inició de la denominada "Primavera Árabe", que derivó más tarde en la caída de tres regímenes. Aquel joven vendedor de frutas no alcanzó a ver los determinantes efectos de su acción. Falleció el 4 de enero de 2011 debido a la gravedad de sus lesiones.
Cargando como estandarte la fotografía de Mohamed Bouazizi, los tunecinos, apoyados por miembros del Ejército, marcharon hacía la capital en protesta al régimen de Ben Alí.
Durante el primer mes de manifestaciones, a inicios de 2011, los actos represivos de la policía, ejecutados por órdenes de Ben Alí, dejaron como saldo 66 personas fallecidas. Solo se ordenó el cese de los disparos indiscriminados cuando la revolución era inminente y avanzaba a paso veloz.
El repudio contra el gobierno de Ben Alí, y su esposa, que habían permanecido al frente de Túnez por 23 años, y que contaba con el apoyo de la Unión Europea, iba en aumento. Las marchas y protestas no cesaban y la violencia iba también incrementándose.
Luego de prometer Ben Alí el traspaso del gobierno en 2014, el 14 de enero de 2011 huyó de Túnez hacia Arabia Saudita, junto a su esposa.
En junio, el exmandatario y su esposa fueron sentenciados en ausencia a 35 años de prisión y pagar la suma de $65.6 millones por los delitos de posesión indebida de dinero y joyas, muchas de ellas del patrimonio histórico.
El 25 de enero será recordado por la comunidad egipcia como "El Día de Ira", llevado a cabo por diversos grupos sociales y ciudadanos, y ocurridos por un efecto dominó, inspirado por los acontecimientos ocurridos en Túnez.
Miles de manifestantes abarrotaron las calles solicitando la dimisión del gobierno dirigido por Hosni Mubarak, quien llevaba 30 años al frente del poder.
Durante los 18 días de protestas contínuas en las calles, el principal denominador fue la brutalidad con la que actuaron los cuerpos de represión, que convirtieron las protestas en vívidos campos de batalla, respaldados por una Ley de Emergencia, que permitió a la policía reprimir todo tipo de manifestaciones con lujo de brutalidad.
A pesar de los continuos cortes en el servicio de internet, toques de queda, aunado a la represión militar y policial, los millares de manifestantes egipcios no retorcieron en sus intenciones por lograr la dimisión de Mubarak. Las redes sociales jugaron un papel fundamental en la difusión civil y ciudadana de lo que en Egipto ocurría. El 10 de febrero, a través de un mensaje televisado, Mubarak anunció que delegaba todas sus funciones en el vicepresidente Omar Suleiman, prometiendo elecciones para el mes de septiembre y derogar la ley de Emergencia, que data desde 1981.
El 11 de febrero, el canal Al Arabiya comunicó que el expresidente Mubarak había salido del país junto a su familia. Esa misma tarde, el vicepresidente Omar Suleimán anunció la dimisión de Mubarak al frente del gobierno, depositándolo en manos del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
El 28 de noviembre, de forma masiva, los egipcios acudieron a las primeras elecciones parlamentarias, luego de las manifestaciones vividas a principios de año que dejaron como resultado la dimisión de Mubarak. La gran afluencia de personas a las urnas obligó a las autoridades a extender los horarios de votación.
Los vientos de cambio continuaron su rumbo por el mundo árabe llegando a Libia en el mes de febrero, cuando el Muamar el Gadafi aseguraba que su gobierno era sólido. Para asegurar su amenazada estabilidad y recuperar el control por las manifestaciones que estallaron a escala nacional, violó los derechos civiles y seguridad del pueblo.
Después de 41 años al frente del gobierno libio, Gadafi tuvo que vercómo las ciudades de Trípoli y Misurate eran controladas por los rebeldes, que de manera lenta avanzaban enfrentando a las tropas fieles del dictador. A esto se sumó el bombardeo de las tropas de la OTAN, que dejaron como saldo la muerte de su hijo menor y tres de sus nietos.
El 23 de agosto, los rebeldes atacaron de manera continua el complejo de Bab al Azizia, donde se encontraba la lujosa mansión de Gadafi. Luego de pasar las diversas paredes que protegían el complejo, los rebeldes saquearon las residencias y tomaron las armas que en él se encontraban.
Por el mundo recorrieron las imágenes que mostraban de repudio hacia el gobierno de Gadafi. La pinta de grafitis, la quema de fotografías y otros elementos relacionados a su régimen eran pisoteados, como muestra de desaprobación y desprecio hacia su dictadura.
El 20 de octubre, ante la sorpresa del mundo, los medios de comunicación confirmaron la captura de Gadafi. Las sangrientas y explícitas imágenes de un dictador sometido por los rebeldes recorrieron el mundo. Se presume que posterior fue ejecutado por los detractores en Sirte, considerado el último reducto del régimen.
El cuerpo de Gadafi fue expuesto como un trofeo en el refrigerador de un supermercado antes de ser enterrado en lugar secreto.
Luego de conocerse la muerte del líder libio, miles de personas celebraron la caída del régimen. Gritos de júbilo y llanto invadían las calles de una Libia que había permanecido 41 años bajo la mando de Gadafi.
La llamada Primera Árabe dejó como saldo la caída de tres gobernantes y miles de interrogantes sobre el futuro que depara a los ciudadanos de Libia, Túnez y Egipto, que lucharon por un mejor estilo de vida y una igualdad en los derechos y que marcharon una nueva etapa para la ciudadanía organizada. La revista TIME nombró, en diciembre de 2011, a ¨El Manifestante¨ como personaje del año, en clara alusión a estos movimientos árabes.