Fotos de LA PRENSA/ Rony González “Tin” dependencia. La ausencia de Frank Velásquez le recarga el trabajo ofensivo a Agustín Ruiz, muchas veces asfixiado por las marcas.
Fotos de LA PRENSA/ Rony González   “Tin” dependencia.  La ausencia de Frank Velásquez le recarga el trabajo ofensivo a Agustín Ruiz, muchas veces asfixiado por las marcas.

Fotos de LA PRENSA/ Rony González “Tin” dependencia. La ausencia de Frank Velásquez le recarga el trabajo ofensivo a Agustín Ruiz, muchas veces asfixiado por las marcas.

Uruguay desnudó algunas deficiencias que la Azul playera deberá corregir.

Santiago Leiva

Más allá de un agrio segundo lugar y un par de trofeos que acabaron en las manos de Agustín Ruiz, la cuadrangular de fútbol playa de Semana Santa dejó lecciones que seguramente están plasmadas en la libreta de apuntes del técnico nacional Rudis Gallo.

Porque a excepción de Costa Rica, que mostró muy pocos avances, el campeón Guatemala mandó un mensaje claro y preciso de cara a las eliminatorias de CONCACAF a finales de año, y Uruguay desnudó algunas debilidades que la Azul playera deberá corregir si quiere aspirar a un cuarto mundial al hilo.

Los guatemaltecos obtuvieron el título de campeón de la Copa Pilsener, pero lo más sorprendente fue el equilibrio que mostraron en todas sus líneas. En el último juego ante Costa Rica cambiaron a los cinco jugadores que tenían en la cancha y su dispositivo táctico y accionar no varió. Ese lujo no ocurre con frecuencia en la Azul playera que luce con dificultades cada vez que no está un jugador importante.

Para los hombres de Gallo, sin embargo, la clase más importante la recibió de la escuela charrúa. Primero le hizo ver que para pasar un examen hay que estudiar y El Salvador se vio sobrado en el primer periodo, craso error ante un equipo con maestría en “marrullería” y letal frente al marco.

En el segundo episodio Uruguay le mostró a El Salvador cómo defender un resultado, y para ello le bastó apiñarse atrás y alejar la pelota. En este apartado del juego los discípulos de Gallo con todo el terreno por delante se vieron limitados de ideas, y apostaron como recurso más viable el remate de Eliodoro Portillo desde su propia cabaña, porque “el Tin” se consumía entre el mar de piernas charrúas.

Fue hasta que Uruguay se acordó que no había nada que ganar y nada que perder que varió su esquema de juego y dio un respiro a la artillería cuscatleca que se encontró con dos goles, insuficientes para enderezar el partido.

Al pitido final aparecieron los ecos de la derrota y el mensaje de esta.

“Hay que seguir trabajando y aprender de esto que nos ha pasado. No supimos manejar las ansias”, resumió Gallo. “Es mejor que esto nos haya pasado ahora”, añadió el estratega, quien recordó la experiencia que tienen los uruguayos para ensuciar los juegos.

Carlos Méndez Florez Cabezas, presidente de la federación salvadoreña, lamentó que la Copa Pilsener no se haya quedado en el país y dijo que se tiene que analizar el resultado.

“Lástima que no pudimos llevarnos la copa, pero el objetivo se cumplió. Hay que poner los pies en la tierra y trabajar. Vemos que la eliminatoria va a ser muy difícil”, presagió el titular de la FESFUT, satisfecho con la organización del torneo.

Limitados

Eliodoro Portillo refrendó la derrota en los errores que se cometieron en la zona baja y la falta de puntería adelante. Y ciertamente fue el talón de Aquiles de los guerreros de playa ante Uruguay.

Porque a pesar de que Eliodoro no tuvo su mejor noche, y no era un torneo de peso, el meta Baudilio Guardado no vio ni un solo minuto, y eso habla de la ausencia de un segundo portero confiable. Además el puesto de cierre que le pertenece al lesionado Wilber Zavala le queda grande a Elías Ramírez y a Medardo Lovo, que recibieron nueve anotaciones en dos juegos.

En la zona de hacer goles, con Frank Velásquez en el dique seco por lesión, el trabajo se le recarga al “Tin” Ruiz, y en algunos juegos como ante Uruguay, resultó insuficiente para cargar con toda la ofensiva.

“Cometimos ciertos errores atrás y no supimos concretar. Tenemos que trabajar en lo que nos equivocamos y seguir para adelante”, dijo Eliodoro, en una frase que resume la mejor lección: trabajar.

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