Fotos de LA PRENSA/Nilton García Los espacios abiertos y muros bajos crean sensación de libertad y permiten disfrutar el paisaje frente al mar.

Las casas de playa son el lugar perfecto para alejarse de la rutina, relajarse y disfrutar de la naturaleza.

Selene Hernández

Cuando se piensa en una segunda residencia para salir de la rutina y disfrutar los escapes vacacionales vienen diferentes requerimientos a la mente. Que sea cómoda, fácil de mantener, diferente a la ciudad y que no presente muchas complicaciones son algunos que encabezan la lista, para los que tienen este privilegio.

Esta casa los cumple todos. Fue creada para compartir en familia, para alejarse del estilo de vida rápido de la ciudad y para facilitar la vida de sus propietarios. La idea no era construir una casa similar a una urbana, sino una que respire, llena de materiales naturales que transpiren y permitan el intercambio del aire a través de sus poros y que además la conviertan en un verdadero escape para relajarse.

La construcción es de una sola planta, lo que hace más cómoda la estadía al evitar subir y bajar gradas. Agregado a esto, la casa se extiende hasta un muro bajo con vista al mar, lo cual crea la sensación de mayor amplitud y permite disfrutar de los hermosos atardeceres de esta época.

Por otra parte, la mayoría de los materiales utilizados también entran en armonía con el objetivo de crear una casa sencilla y cómoda. Entre estos se encuentran la madera y la teja, materiales que permiten que la casa respire, lo que se traduce en mayor frescura.

En cuanto a la decoración, la clave ha sido la creatividad y el uso de accesorios y objetos propios del mar. Todo el mobiliario se encuentra elaborado en madera tallada de diferentes formas para crear muebles atractivos y cómodos. Mientras que el área de la piscina y la glorieta ha sido decorada con caracoles y piedras de mar que se han recolectado en la zona y que sin duda alguna crean un ambiente relajante.