Lo económico y lo social no fueron negociables

Aspirar a incluir en los acuerdos de 1992 reformas profundas que garantizaran justicia social y económica para El Salvador solo iba a prolongar y a poner en riesgo la salida negociada a la guerra, admiten los firmantes.

 
Fernando Romero/Edward Gutiérrez/Cristian Meléndez

 
Dos áreas que nunca fueron negociadas por la guerrilla del FMLN y el Gobierno en los Acuerdos de Paz de enero de 1992, a pesar de que estaban plasmadas en la hoja de ruta, fueron lo económico y lo social. Tres de los firmantes de la paz que participaron en el Foro Político de LA PRENSA GRÁFICA sobre el vigésimo quinto aniversario de la firma de los acuerdos explican, cada cual desde su propia perspectiva, por qué aquellas intenciones de establecer en consenso plataformas para el bienestar social y económico no se pudieron concretar.

Hoy en día, analistas critican que si en aquel momento se hubieran resuelto, también, los temas de la desigualdad social y de la inequidad económica, muchos de los problemas actuales, como el de la violencia social, la criminalidad, las pandillas y las cada vez más marcadas diferencias económicas, al menos no serían significativos ni determinantes en El Salvador. Y aunque organizaciones que integraron la guerrilla del FMLN llegaron a abanderar la causa social y económica en varios tramos de la historia preconflicto y durante la guerra, en la mesa negociadora se terminó dejando de lado.

La firmante Ana Guadalupe Martínez da una explicación sobre el porqué no se negoció ese punto: “Dicen que los Acuerdos de Paz no sirvieron porque no modificaron la situación económica de las mayorías nacionales, que era de mucha pobreza. Pero eso nunca estuvo en la mesa de negociación planteado, por una sencilla razón: tanto Naciones Unidas como la comunidad internacional, como el propio Gobierno encabezado por el licenciado (Alfredo) Cristiani, plantearon que eso formaba parte de un programa de gobierno y que por la vía del voto el presidente Cristiani había ganado la elección para encabezar ese gobierno, y que el proyecto económico de Cristiani y del partido ARENA no estaba en negociación en la mesa”.

Roberto Cañas, firmante por la guerrilla, dice que el abordaje del tema económico y social iba a servir para negociar sobre algo también importante y que no se iba a poder encontrar en otro lugar de los Acuerdos de Paz que no fuera ese.

“Iba a ser el espacio donde los aspectos que no alcanzó el acuerdo se pudieran llevar allí y se resolvieran. Eso se desdibujó. Vino la elección del 94 y se dijo que era mejor que lo pospusiéramos porque se iba a politizar. Pero era trampa, porque era el recurso para después ya no echarlo a andar. Entonces está perdida esa parte”, manifiesta Cañas.

Mauricio Vargas, por parte del Gobierno y el Ejército, cree que la parte económica y social, si era abordada en la negociación en ese momento, iba a crear un sedimento político-ideológico que podía ser capaz de detener el proceso.

La razón, coinciden, es simple: el FMLN y ARENA tenían visiones completamente distintas de gobierno y modelos económicos y sociales convenientes para El Salvador. La solución fue, entonces, que el partido que ganara las elecciones aplicara el modelo de economía social que creyera más adecuado para el desarrollo del país.

“Ese sedimento político-ideológico (del tema económico y social) era tan grande que en los primeros días de recorrido del acuerdo iba a tener que irse haciendo a un lado y llegar a la parte más racional que se quería (el fin del conflicto armado)”, comenta hoy en día Vargas.

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