Lo que el PDC de los años ochenta tenía claro era que los conflictos fuera de El Salvador estaban interfiriendo en la guerra civil que se libraba en nuestro territorio. Extraer al país de ellos fue lo que uno de sus principales dirigentes buscó en todo momento.
Melissa Pacheco
El fundador del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y expresidente de El Salvador José Napoleón Duarte fue quien en 1987 dio inició a los diálogos con la guerrilla, que en ese momento se encontraba debatiendo la guerra civil contra el Ejército salvadoreño, ambos bandos querían la victoria. Esto para Duarte no era lo mejor.
Rodolfo Parker es ahora el único diputado que representa al histórico partido, habla sobre lo que Duarte esperaba lograr cuando instaló el diálogo, que no fue negociación porque no buscaba vencedores. Dice que eso se pudo lograr con los Acuerdos de Paz, pero afirma que El Salvador todavía busca reconciliación.
¿Considera clave el aporte de la Democracia Cristiana para que se comenzara el proceso de diálogo para llegar a los Acuerdos de Paz?
Digamos que la actitud de diálogo de la Democracia Cristiana es intrínseca a su doctrina, a su plan programático y a cualquier tipo de política pública. En el contexto que estaba viviendo la región centroamericana en aquel momento, recordémonos que había conflictos bélicos, estaba la Guerra Fría, y tengamos presente que las dos terceras partes del comercio de Estados Unidos y más de la mitad del petróleo pasaban por las aguas del mar Caribe donde estaba Cuba, Nicaragua, incluso la isla Granada formando un triángulo perfecto que dominaba esas rutas marítimas y eso encendía la importancia de estos países de la región centroamericana en el conflicto Este-Oeste. Esa no era una guerra solo nuestra, más bien ni siquiera era nuestra guerra, nosotros teníamos nuestra conflictividad sociopolítica, pero no era realmente nuestro el interés que se estaba debatiendo en el conflicto Este-Oeste; pero, en fin, nos vimos involucrados, estábamos allí.
El presidente Duarte, la Democracia Cristiana comprendía perfectamente esto, entonces, en cierta medida buscaba la Democracia Cristiana sustraernos del conflicto Este-Oeste como primera cosa buscando contextualizar la problemática a lo que realmente eran nuestros propios problemas y entonces empezó justamente el presidente tomando en cuenta esta intención, generando un mecanismo de diálogo interno para resolver los problemas internos, y luego se apoyó en la Iglesia católica. Se pudo establecer al menos un inicio de ese ejercicio de diálogo. El propósito central era sustraer del conflicto Este-Oeste a la región a El Salvador.
¿Logró el cometido de sustraer nuestro propio conflicto de la Guerra Fría?
No, la Democracia Cristiana no lo logró, la ola del conflicto todavía era demasiado grande como para poderlo remontar. No lo logró y por eso el proceso no tuvo después una continuidad, tanto el uno como el otro todavía creían que podían ganar.
El conflicto Este-Oeste tuvo una maduración natural y después terminó porque ya no podía continuar, y eso favoreció el proceso de diálogo-negociación empezado por el presidente Cristiani.
Si ese proceso de maduración hubiese sido antes…
¡Ah!, hubiera cuajado con la administración Duarte, porque él tenía claro el propósito de detener el conflicto por la vía del diálogo.
¿Se cumplió la manera en que Duarte quería que se detuviera el conflicto con Cristiani?
Sí, porque buscabas una derrota militar o emprendías un proceso como el que el presidente Duarte comenzó. La Democracia Cristiana dio un proceso con distintas etapas, en distintos contextos, en distintas administraciones, pero quien lo inició fue el presidente Duarte y ese mérito no se le puede quitar porque es histórico está ahí, está ahí.
¿Podemos decir que le dieron continuidad a ese proceso que él había iniciado?
Al mecanismo, al espíritu de la resolución de conflictos por la vía del diálogo, por la vía de la negociación y no en la búsqueda de una derrota militar. El presidente Duarte, la administración de la Democracia Cristiana estaba convencida de que una derrota militar, además, no le convenía al país, porque iba a causar heridas muy fuertes y muy latentes en la misma familia salvadoreña. Entonces no había intención realmente de derrotar al enemigo cuando el enemigo no era real, era en una gran proporción imaginario por la misma naturaleza del conflicto Este-Oeste. Es decir, nos habían venido a sembrar aquí a nuestra propia problemática, problemáticas que trascendían a nuestras fronteras.
El conflicto salvadoreño está catalogado como un conflicto ideológico, eso se vio enfatizado realmente por el conflicto Este-Oeste. Nuestro conflicto era social más que ideológico, pero nos metieron la parte ideológica como la parte central.
¿Por qué entonces no se le da realce al papel de la Democracia Cristiana?
Yo te diría que está allí según qué se enfoca, si se enfoca el proceso de paz en toda su dimensión, ineludiblemente, está allí, los pasos que la Democracia Cristiana, que el presidente Duarte dio, ineludiblemente; si se enfoca el proceso de paz iniciado conforme el mecanismo de Naciones Unidas, con la administración Cristiani pues va a ser eso, pero es una mirada parcial, hay una parte importante que le precedía está allí, no se puede ignorar.
¿Cuáles fueron las cosas de país que se pusieron sobre la mesa?
Primero como una catarsis de que realmente el conflicto había tenido un fundamento en la falta de espacios de expresión y que al haberse reprimido esos espacios de libertad de expresión se habían activado inercialmente actitudes y conductas que retaban lo que era el entorno establecido. Entonces había necesidad de más democracia, de más Derechos Humanos que en realidad vendrían a ser los dos grandes legados de los Acuerdos de Paz, ambos que antes no los teníamos, ni democracia ni Derechos Humanos puede sonar algo intangible pero es una realidad.
Involucraba entonces un reordenamiento institucional, había que establecer mecanismos institucionales para que cualquiera pudiera participar y sentirse en libertad de exponer sus puntos de vista y buscar una adherencia a su fin popular. Hubo un reparto del ejercicio del poder, “check and balance” que se le llama, y ese es la esencia del Acuerdo de Paz, generar ese reordenamiento de las instituciones.
¿A 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz se puede decir que se cumplió todo lo que se buscó en ese momento?
Le preguntaría al país si la libertad de expresión es irrestricta desde una perspectiva de valentía ciudadana, antes del proceso de paz eso no era real, hay ahora una real democracia con todas las falencias que pueden tener los sistemas pero hay democracia. Tenemos Derechos Humanos, antes no los teníamos, y claro que se cumplió. ¿Que el Acuerdo de Paz tenía orientado resolver todos los problemas del país? Nunca, nunca. Donde yo diría que hemos fallado es en uno de los grandes propósitos que es la reconciliación, aquí no ha habido reconciliación. No hemos logrado una verdadera reconciliación.
¿Qué implicaría entonces una verdadera reconciliación?
Primero un cambio actitudinal donde recojamos lo que fue el principio del Acuerdo de Paz, en el sentido de que dejamos las cosas de interés de partes y podemos construir con base en una agenda de país.
¿Hacia dónde vamos entonces?
Si esto sigue así hacia un colapso, hacia eso vamos y es bueno denunciarlo y decirlo hacia un colapso, hacia un colapso donde no es tan de futuro, que ya en parte lo estamos viviendo o sufriendo porque sigue la estela de muertos, sigue la migración por la falta de oportunidades, sigue la depredación del medio ambiente.
No estamos corrigiendo nada de lo que deberíamos de corregir para aspirar a ser un país donde se garantice la calidad de vida de su gente, y en cambio le reclamamos a las personas, en cambio les ponemos más impuestos, es decir, les exigimos pero el Estado no está haciendo lo propio, y sí vamos al colapso.
Insisto es el espíritu de los Acuerdos de Paz en cuanto a tener la actitud y la capacidad, irse al espíritu de los Acuerdos de Paz es renunciar a esos apetitos de cuotas de poder y al tema del achaque constante como para de él sacar créditos políticos. Lo segundo creo que es importante reconocer que hay dos grupos de personas, las personas que hablan y las personas que producen resultados y no solo es importante la actitud, sino que el mecanismo. Hay que generar un mecanismo de diálogo para llegar a estos acuerdos después de tener la actitud, pero también hay que saber determinar quiénes son las personas que son capaces de llevar adelante estas tareas, no es de jóvenes ni de viejos, porque hay jóvenes que solo hablan pero no tienen ni siquiera la capacidad de generar resultados como hay viejos que nunca la tuvieron. De tal manera que son tres cosas: la actitud, el mecanismo sin mecanismo la actitud queda en el aire y las personas que dan resultados.
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