A 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz, Salvador Samayoa, quien estuvo sentado en la mesa de negociación por parte del FMLN, dice que es necesario un nuevo acuerdo, pero critica que la clase política carece de madurez y requiere de perseverancia.
Beatriz Benítez
Para Salvador Samayoa, exguerrillero y firmante de los Acuerdos de Paz en 1992, este pacto que puso fin a 12 años de guerra no está en deuda, más bien es la clase política que no aprovechó ese legado para impulsar el desarrollo del país, pues dice que nunca se pretendió resolver los problemas económicos ni de pandillas, que apareció posteriormente, sino reformar el sistema político. En esta entrevista habla un poco sobre ese proceso, critica a los dirigentes políticos y muestra esperanzas en que en 2017 se logre un nuevo acuerdo.
¿Cuál fue la dificultad para llegar a la firma?
Inmensa. Al inicio de las negociaciones se veía como una tarea casi imposible ponerse de acuerdo en todo para parar la guerra. Acuérdese que cuando la negociación comienza en septiembre de 1989 ninguna de las dos partes ha abandonado su pretensión de ganar la guerra por la vía militar; y entonces, comenzamos a negociar en el sentido de ver los puntos que habría que cambiar en el país para que se produjera una solución política en vez de una solución militar. En mi opinión, se logró lo fundamental que se debía lograr para parar la guerra, que eran los acuerdos de reformas al sistema político y la certeza de que la Fuerza Armada no seguiría teniendo el poder que tenía y que habría un juego democrático. Lo fundamental del Acuerdo de Paz a nivel de los ejércitos era decirle al FMLN: ‘usted va a poder hacer política pero sin armas’, y a la Fuerza Armada: ‘usted va a poder conservar las armas pero no se meta en la política’.
Y, luego, para la reforma del sistema político fue una agenda más amplia porque nosotros partíamos que no había democracia en el país. ¿Cómo se podía tener elecciones libres si la fuerza de izquierda por definición no podía participar en las elecciones, no había un Tribunal (Supremo Electoral) que tenemos ahora, había un Consejo Central de Elecciones de tres miembros, y a los tres los terminaba eligiendo el partido de Gobierno. O sea que, para todo efecto práctico, los demás partidos no tenían garantía de la limpieza de las elecciones. El Órgano Judicial era completamente subordinado al poder político, ahora se quejan de que el Gobierno se molesta con la Sala de lo Constitucional, a mí me parece maravilloso porque significa que la sala no está subordinada al poder político, sino que es independiente, que es lo que queríamos lograr.
¿La clase política salvadoreña aprendió algo de los Acuerdos de Paz?
Poco. Poco en dos sentidos: yo creo que las élites políticas y económicas del país han sido poco visionarias y no aprovecharon el escenario de reglas del juego democrático, escenario de tolerancia, de libertad de expresión que antes no teníamos y a partir del Acuerdo de Paz ya teníamos. No lo aprovecharon para de verdad hacer propuestas distintas y para ir transformando el país. Por otra parte, usted ve que en la primera dificultad ya están mentándose la madre, están tirando la puerta. Quiere decir que las élites políticas no aprendieron nada. Para construir un acuerdo político se necesita perseverancia, compromiso, paciencia. Estos dirigentes quieren que si no se arregla en tres días ya van cerrando la mesa y cerrando la puerta, así no se puede hacer política realmente. Yo una de las cosas que resiento de aquel tiempo con ahora es la calidad de los dirigentes políticos.
No hay calidad de dirigentes…
Pues a mí me da mucha pena decirlo, no lo debería decir yo, pero de verdad que comparado con el desempeño que tuvieron los dirigentes, al menos en la etapa de las negociaciones y en los años posteriores al acuerdo, creo que la madurez y el compromiso con el país y con la democracia que tuvieron los dirigentes de ARENA, del FMLN, y de los otros partidos, fue extraordinario. Ahora, yo no veo talento político, no tienen imaginación política, no tienen perseverancia, no tienen madurez, muchas veces. Creo que tenemos que mejorar en eso.
¿Qué se debe retomar?
Ahí dicen que los Acuerdos de Paz están en deuda, los Acuerdos de Paz no están en deuda, los dirigentes políticos están en deuda con el pueblo, no los acuerdos. Tenemos que mejorar mucho la calidad. No solo no se ha podido iniciar las transformaciones importantes del país, sino que en este preciso momento, hay más desarmonía que en otros años. A mí el enfrentamiento no me preocupa, es consustancial a la política porque tenemos visiones distintas, está bien que se confronten las ideas y los proyectos, pero me preocupa cuando la confrontación es estéril, cuando no conduce a nada, cuando es por pura mezquindad y por pura pequeñez, por atrincheramiento dogmático en mis ideas sin abrirme a la de los demás, cuando todo lo están viendo con el prisma si puede beneficiar electoralmente al otro o no, nunca la pregunta es si va a beneficiar a la gente. Con esa lógica tan mezquina y de tanta pequeñez, creo que es difícil hacer un país mejor.
¿Cómo eliminar la polarización?
Aquí le llaman polarización a cualquier cosa, pero yo no creo que haya polarización en el país, hay un empecinamiento y un atrincheramiento dogmático de las dos fuerzas políticas principales. La polarización es un concepto que la ciencia política tomó prestado de la Física y de las ciencias naturales. En la polarización es cuando no pueden existir cosas en el medio, y esa era la situación en la guerra. Para mí, no hay polarización en El Salvador, hay dos partidos políticos berrinchudos, empecinados, dogmáticos, intolerantes, que no están viendo el bien del país.
¿Qué afecta más a la población, la violencia actual con territorios tomados por pandillas o la inseguridad durante el conflicto armado?
No son comparables. Son dos fenómenos de naturaleza distinta, y por supuesto, afectan de manera muy distinta a la población. Hay gente que dice ahora ¿cuál paz si hay un montón de muertos igual que antes? ¡No, no, no, vamos despacio! Vamos a preguntarle a la gente del Mozote, a la gente del Calabozo, a la gente del Sumpul, si le daba lo mismo estar como estaba antes que se metía el Ejército, y que mataba a 500 mil personas en la comunidad, incluyendo niños, vamos a preguntar si era lo mismo que los postes de energía eléctrica y los puentes estuvieran destruidos todos los días. Eran cientos de miles de desplazados. Aquí hay fenómenos puntuales importantes, no despreciables, de gente que se tiene que ir por amenazas de pandillas, pero en aquel tiempo eran decenas de miles de personas desplazadas que no podían estar en los territorios de la guerra. Eso solo lo pueden decir los que no vivieron la guerra. Además, en aquel momento los que más mataban era el poder institucional del país, era el Ejército y la Policía, mataba la guerrilla también, ahora el que mata es un delincuente; por lo tanto, al menos se le puede perseguir.
¿Los problemas sociales, económicos y de seguridad tienen que ver directamente de tomas de decisiones o ausencias de ellas durante las negociaciones de los Acuerdos de Paz?
No, para nada. El fenómeno de las pandillas armadas no se explica por las armas de la guerra. Firmamos la paz protocolariamente en enero de 1992, y realmente en diciembre de 1991. Casi toda una década pasamos sin violencia de armas. Cuando yo tomé el Programa de Prevención Social de Violencia del Consejo de Seguridad, con el (ex) presidente Flores, en 1999, al fin de la década, los problemas que teníamos en la calle eran las pandillas de los institutos nacionales contra los técnicos industriales, era una lucha de pandillas estudiantiles a pedradas, raramente salía un herido grave. Comenzaron a aparecer armas cortas casi 10 años después de que terminó la guerra, o sea que no es cierto que la guerra se mutó y transmutó en pandillas. La parte económica, el Acuerdo de Paz no pretendía resolver ningún problema económico del país, no se puede decir que los problemas económicos que tenemos o que no hemos superado son culpa del Acuerdo de Paz. El Acuerdo de Paz resolvió los problemas fundamentales de hace 25 años en el orden político, no podían pedir resolver los problemas que se tendrían dentro de 25 años. Eso es lo que tienen que hacer las nuevas generaciones y los líderes, resolver los problemas de hoy.
Todavía hay gente inconforme, veteranos protestando.
Nos metimos todos a luchar por una causa que creíamos justa y cada uno asume las consecuencias de sus actos. Es posible que en la medida en que el Estado tenga las posibilidades pueda ayudar un poco. Yo tenía una vida muy cómoda, 15 años de mi vida dejé de ganar dinero, pero fue mi decisión, yo no le voy a pedir a nadie que me compense económicamente por los años que le di a la lucha.
¿Actualmente se está en busca de un acuerdo fiscal, se debe firmar nuevos acuerdos?
Esto se lo digo con conocimiento de causa, porque he estado cerca más de los secretarios del presidente que de las delegaciones de ARENA y las negociaciones para este primer tramo (de emitir $550 millones), y yo tengo la íntima convicción, analizando todas las cosas que están sobre la mesa, que no debía ser tan difícil tener un acuerdo razonable del tema fiscal. Hay ideólogos de extrema derecha que quieren que no se le haga ninguna concesión al FMLN, y hay por supuesto, ideólogos de extrema izquierda que quieren que se manden al carajo las negociaciones y que simple y sencillamente se le cobre y se le suba más impuestos a toda la gente. Creo que el pacto es posible y debemos trabajarlo en los primeros meses del próximo año. Para mí si me habla de nuevos acuerdos, creo que deberíamos entrar en el tema de la pobreza, crecimiento, problema fiscal, modernización de las instituciones, y hacer un esfuerzo más por la seguridad.
¿Cómo celebrar este 16 de enero?
Punto uno, debe haber más reflexión y pensamiento; número dos, debe haber implicación de todo el territorio y no solo de la ciudad capital, hay que hacer actividades en todo el territorio con alcaldías; tres, creo que hay que involucrar más a los jóvenes que no saben bien qué pasó y que es importante que se involucren en conocer la historia. A las generaciones de nosotros les pueden decir de todo, que la cagaron, que se equivocaron, pero hay una sola cosa que no pueden decir: es que no nos hicimos cargo de los problemas; en cambio, yo, a las generaciones de hoy sí les puedo decir que no se están haciendo cargo.
¿Qué está pasando con estas generaciones que no quieren involucrarse?
Que están muy aburguesadas, muy acomodadas, tienen que sacudirse un poco.