NUEVAS VISIONES. Dos mujeres iraquíes caminan en los jardines universitarios. En el principal centro universitario de Nayaf sólo se imparten cinco carreras a los estudiantes, por lo que en la era post-Sadam se está pensando en abrir otras. La Universidad de Nayaf apuesta al futuro
Carlos Dada/Enviado especial en Iraq


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No hay una sola computadora en toda la universidad. Los profesores enseñan con libros viejos y los alumnos de Geografía ni siquiera saben en qué continente queda El Salvador, porque en la escuela no hay mapas del mundo más allá del Cercano Oriente. No tienen dinero, porque tras la caída de Sadam la coalición congeló sus cuentas bancarias, y muchos profesores ganan unos 60 dólares al mes.

Aún en estas condiciones, los docentes y alumnos de la Universidad de las Artes de Nayaf son optimistas.

En esta universidad, la mayor no religiosa de Nayaf, hay unos dos mil estudiantes que pagan, cada uno, entre 40 y 50 dólares al año por sus estudios. Se imparten cinco carreras: Lengua y literatura árabe, Lengua y literatura inglesa, Geografía, Historia y Filosofía. Es la universidad liberal por excelencia en esta ciudad eminentemente religiosa y, a pesar del poco promisorio presente, sus directores ya piensan en seguir creciendo y abrir pronto nuevas carreras como economía e ingeniería.

“Nosotros no tenemos una influencia directa de la religión aquí. Para eso están las Al Hausa, que son las universidades islámicas. Los que nos dedicamos a la ciencia, como esta universidad, dependemos de nuestros planes igual que las universidades extranjeras”, explica el doctor Alá Husein Rahimi, vicerrector de la institución.

Su oficina es un sencillo cubículo con una cortina vieja, un escritorio, un sillón y tres sillas. Tiene una foto enmarcada de su familia, y papeles, muchos papeles. En ellos lleva las cuentas, los planes de estudio, las calificaciones, las tareas pendientes y sus propios escritos. Como en los viejos tiempos.

“Necesitamos urgentemente una biblioteca, porque no hay. Y también internet, que ahora es elemental en cualquier universidad. Tenemos muchas necesidades. Mire, ni siquiera el teléfono funciona bien, pero no nos alcanza para pagar un celular. ¿En su país los profesores universitarios tienen celular?”, pregunta.

Pero se la devuelvo, pidiéndole que mire hacia adelante y me diga qué ve. “Tenemos mucha confianza en el futuro, y no sólo eso, sino que somos corresponsables de ese futuro. Los académicos tenemos una gran responsabilidad para construir nuestra sociedad”, comenta.

En el patio de la universidad, un pedrero con bancas de cemento, Fatimah repasa la lección. Es una mujer de 20 años, ataviada a la usanza tradicional chiíta, completamente de negro y con un velo en la cabeza. Se ha dejado descubierto el rostro, pero no se deja tomar fotografías. Ha tenido suerte, porque logró encontrar una banca que es cubierta por la leve sombra de uno de los dos árboles del patio.

Estudia Lengua y literatura árabe, y tiene grandes expectativas: “Estudio para ser algo en la vida, algo importante. Quién sabe, podría ser hasta presidente”.

-“¿Presidente como Sadam?”, pregunto. Fatimah sonríe, tiene que ser una broma: “No, usted sabe muy bien que no. Viví en Siria exiliada, y ahora he vuelto con mi familia. Las cosas están cambiando. La gente es libre ahora que ha caído Sadam, la gente quiere cambiar... Bueno, tal vez no quiero ser presidente”.

Pero si acaso más adelante se anima a buscar el poder, Fatimah tendrá que someterse a la voluntad del pueblo expresada en las urnas, y cuando ella tenga edad y madurez suficientes para hacerlo, según esperan los iraquíes, los extranjeros se habrán marchado de su país, y por fin se gobernarán solos, en democracia.

“Lo mejor que hicieron los estadounidenses fue derrocar a Husein. Esto es un cambio históricamente correcto. Pero no aceptamos la ocupación”, dice el doctor Ali Adoom, director de la escuela de Historia. “Aquí tuvimos democracia en los años 20, y después en 1954. Ha terminado la era de los dictadores, y volveremos a tener democracia.”


Respirando libertad

Alá Husein agrega: “Lo que usted ve en Bagdad es la expresión de todo Iraq. Los iraquíes podemos ser pacientes por un día, o un mes o un año, pero no aceptamos la ocupación”.

Los universitarios tienen ya un miembro en el Consejo de Gobierno Iraquí en Nayaf, el equipo de apoyo a la Autoridad Provisional de la Coalición.

“Él habla por nosotros, y creemos que poco a poco las cosas irán mejorando y nos devolverán el dinero que la coalición se llevó de nuestras cuentas bancarias”, dice Husein.

Por lo pronto, están ya sustituyendo algunos libros de texto, y los alumnos se sienten mejor. Wakaad Mohamed, un estudiante de Geografía que tiene 20 años, confía en los cambios, apenas perceptibles hasta ahora. “Pero ya cayó Sadam, lo que parecía imposible, y desde entonces siento una gran libertad. Creo que en un año o dos los iraquíes estaremos gobernando plenamente nuestro país”, dice.

Pero los cambios también tienen límite en una sociedad en la que los hombres pueden tener cuatro esposas y las mujeres no pueden caminar al lado de ellos, sino atrás. Fatimah levanta la cabeza para hablar del asunto.

“Ustedes los occidentales creen que la mujer aquí vive reprimida. No saben nada. Aquí la mujer tiene suficientes espacios y nos protegen mucho, mucho más que a sus mujeres. Así estamos bien.”


 

ACAC