“Una cosa es defenderse de críticas injustas o malintencionadas y otra muy diferente es rechazar indiscriminadamente cualquier observación de errores o aspectos negativos.”
Da la impresión de que han pasado varias semanas desde que Mauricio Funes ganó las elecciones presidenciales, pero solo ha pasado una semana. Los últimos siete días han sido muy intensos para todos los salvadoreños. Todo mundo, independientemente que haya votado por el FMLN o por ARENA, está teniendo que ajustar expectativas y definir cuál será su rol en la nueva realidad política de El Salvador.
Esta pudiera ser la última columna que escribo con absoluta libertad y sin temores de represalias, como lo he venido haciendo los últimos 12 años y medio.
Ayer terminó la campaña política y ahora es tiempo de meditar. Hay solo tres días antes de las elecciones para pensar con tranquilidad, sin el bombardeo de las cuñas radiales y los spots televisivos que Dagoberto Gutiérrez calificó como “cuchillos ensangrentados”. La importancia del voto es grande, cuando con ello se decide el destino del país.
“Contrario a los escenarios anteriores, lo mejor que le puede pasar a la gobernabilidad del país sería contar con una oposición (y por supuesto también con un partido en el gobierno) ciertamente firme en las diferencias con su oponente, pero abierta al diálogo.”