La semana pasada me encontré casualmente con un diputado del FMLN que tiene las credenciales bien ganadas de ser el más férreo opositor del gobierno y del modelo económico. Al comentar rápidamente la situación económica mundial y sus implicaciones en el país, le insinué que su partido tenía en esta coyuntura una oportunidad de oro. Podía dar muestras de que le estaba apostando a El Salvador flexibilizando sus posiciones y sumándose a un esfuerzo nacional para enfrentar la situación, lo cual podría sumarle votos. Murmuró que la sugerencia era interesante, pero dejó entrever que le “valía”.