El pueblo de la oposición ausente

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El municipio lleva el nombre de Las Flores, pero en ese pueblo repoblado hace 23 años no se ven jardines. Afuera, lo que se mira es una sucesión de colinas, árboles con hojas blancuzcas por el polvo de la maltrecha calle y unas banderas rojas; adentro, un pequeño poblado de casas mixtas, calles pavimentadas y postes con más banderas rojas. Ahí hay propaganda de un solo partido: el FMLN.

—¿Por quién va a votar?

A Yanira Cartagena, una joven que votará por primera vez, la pregunta le sorprende. Ella trabaja en el comedor comunal La Asunción, de cuyas paredes cuelgan dos calendarios con imágenes del jesuita Jon Cortina, calcomanías contra la explotación minera, afiches de personas asesinadas durante la guerra y, al fondo, un mural que reivindica la igualdad de género.

“Es obvio.” Lanza una mirada de extrañeza y concluye: “Obvio que por el Frente”.

La misma interrogante se lanza a Marta, a María Victoria, a José, a Carlos. En el comedor, en la calle y en una tienda frente al parque se escucha la misma respuesta. Es, quizás, por esa razón que Félix Moisés Lara, alcalde desde 1997 y aspirante a la reelección, considera innecesario tapizar los postes con su imagen de salvadoreño bien plantado: moreno, bigote espeso.

“Creo que ARENA va a sacar siete votos, el PCN tres y el PDC ninguno. Se va recordar lo que le he dicho en este pavimento cuando vea los datos.” Su predicción de un triunfo arrollador es una posibilidad respaldada por los resultados de los últimos comicios. La única vez que ARENA sacó más de 100 votos fue en las elecciones de 1994, pero eso no sirvió de mucho porque Manuel Cartagena cuadruplicó los resultados, 422 votos. Fue el primer alcalde efemelenista. Luego, el partido oficial siguió perdiendo terreno: en 2003 logró 13 votos y en 2006 solo ocho. Al otro lado, el FMLN subió de 541 a 646.

Oposición abstraída

Sobre Wilfredo López se conocen pocas cosas. Acaso, que vive en Chalatenango, que labora en el juzgado de Paz, que es candidato a la alcaldía por ARENA y que es difícil encontrarlo en su lugar de trabajo. Es un candidato atípico: nadie recuerda un mitin con sus promesas, no tiene sede ni brigadas para realizar pinta y pega. No hay, en el pueblo, ningún rastro proselitista de él o de su partido.

El candidato pecenista tiene menos suerte. La gente no da referencias ni de su nombre. “Ni por rumores se acerca aquí”, resume Marta Castro.

Con ese panorama, las posibilidades del cambio de alcalde y del modo de vida en Las Flores parecen remotas. El municipio seguirá con una organización peculiar: el cooperativismo.

La cooperativa Los Almendros y la Asociación Comunal San José Las Flores mueven los hilos del desarrollo. Gracias a la cooperación europea —de España, en especial—, la primera tiene proyectos de ganadería y diversificación agrícola (cítricos, loroco, nances) y la segunda administra un turicentro a orillas del cristalino río Sumpul. “Nadie, ni el Frente, nos va a decir cómo vivir”, dice el alcalde.

El pueblo de la oposición ausente

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