“Cuando Argentina entró en crisis y la pobreza alcanzó a la mitad de la población, el voluntariado creció y contribuyó a que no fuera tan dura. En El Salvador, grupos como Un Techo para mi País muestran la eficacia solidaria frente a la plaga de la pobreza. Ojalá en el tiempo que queda hablemos menos de las encuestas y más del país.”
La crisis mundial es evidente. Pérdida masiva de puestos de trabajo, quiebras, ruptura absoluta de la necia adoración del mercado como rector infalible de la economía, que tanto daño ha hecho a la humanidad y a los más pobres. Las remesas han tenido ya sus primeros bajones. El desempleo entre latinos abunda en Estados Unidos, el crédito encarece o escasea, la inversión se retrae. En particular, la construcción ha sufrido ya sus primeros golpes en nuestro país.
José María Tojeira
Frente a esta situación no se está planteando en el debate electoral una política seria anticrisis. Se mencionan algunas medidas sueltas que ni constituyen una política general anticrisis ni conllevan una reflexión seria sobre sus posibles efectos y consecuencias. El IVA diferenciado, el impuesto al lujo, la eliminación del impuesto sobre la renta a quienes ganen menos de $1000, la utilización de los fondos de pensiones para inversiones en construcción son algunos de los temas que han aparecido en los medios de comunicación. Pero el diseño de una política contra la crisis brilla por su ausencia.
Y la crisis está ya presente. Las cifras de un 30% de pobreza en El Salvador, que se manejaban oficialmente, ya no son ciertas. Hay más pobres hoy que hace dos años. Otros efectos de la crisis se irán sintiendo cada vez más en los próximos meses. Urge por ello que los programas de gobierno se readecúen a una realidad que si bien no es nueva, seguirá golpeándonos con más fuerza.
Sin pretender delinear una política en este espacio, señalaré cuatro temas que deben incluirse en el debate. El primero es el de la reforma fiscal. Es cierto que en tiempo de crisis no se deben apretar los tornillos en exceso. Pero también es una exigencia ética que ante el crecimiento de la pobreza y del dolor de nuestra gente, quienes tengamos más posibilidades seamos más generosos. Una reforma tributaria progresiva es una manera de establecer la solidaridad social como camino de convivencia. Hasta ahora nuestro sistema impositivo es muy poco solidario. Mantener la insolidaridad en tiempos de crisis es una locura.
El segundo es la responsabilidad social empresarial. El tema lo está trabajando, entre otros, FUNDEMAS y algunas empresas, incluidos algunos ingenios azucareros han entrado por ese camino. El tema es serio, hay ya mucho pensamiento elaborado al respecto y sería importante apoyarlo desde los gobiernos, tanto centrales como municipales, así como establecer políticas que premien o estimulen a las empresas o instituciones que recorran ese camino.
El tercero es impulsar formas de economía solidaria entre los pobres. Facilitar la formalización de los grupos cooperativos, impulsarlos, favorecerlos es un reto para un país como el nuestro, donde la informalidad da trabajo prácticamente a la mitad de la población.
Y finalmente impulsar el voluntariado.
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