Cada loco con su tema

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Esa es una frase arraigada en la sabiduría colectiva de los pueblos hispanoamericanos. La toma Joan Manuel Serrat en una de sus más conocidas canciones. Me recuerda a un borrachín que se hizo notar en un concierto de Alberto Cortez en El Poliedro hace más de 30 años. Tan pronto el célebre cantautor terminaba de cantar una de las canciones de su repertorio, el borrachín le gritaba a todo pulmón “Las Palmeras”. Perseverante el muchacho. No dejó de pedir su canción hasta el final. Las otras canciones no le interesaban. Su tema era “Las Palmeras”.

Así es la cosa también en la política electoral. Solo que en ese ámbito cada tema congrega a una buena cantidad de locos. Lleva las de ganar el político que sabe cuál canción es la preferida de cada segmento de votantes. Lo demás es lo de menos.

Los gruesos planes de gobierno sirven para que la prensa y algunos académicos se hagan una idea de la capacidad de los candidatos para gobernar y tengan material para llenar espacios y hacer análisis para consumo popular, pero nadie puede esperar que Juan Pueblo, no importa dónde vive ni cómo se gana o se pierde la vida, vaya a tomarse la molestia de escudriñar esos documentos y hacer descansar en ellos su decisión de marcar una u otra banderita.

Para ganar votos, lo único importante es que los electores puedan encontrar sus palmeras entre la verborrea de los discursos y los documentos. Lo importante es que los candidatos sepan cuál canción deben cantar en cada escenario y que la canten con buena entonación, con sentimiento genuino y sin olvidar la letra.

Unos electores esperan muchas cosas del gobierno; otros, como se lo dijo a un general la abuela de Facundo Cabral, nos contentamos con que no nos jodan. Eso no significa que esperamos que nos dejen hacer lo que nos da la gana, sino que no interfiera el gobierno más de lo estrictamente necesario en la economía y en los distintos ámbitos de la vida social.

Pero aun los que esperan maravillas del gobierno tienen sus temas preferidos. A unos nos indigna la impunidad de los funcionarios corruptos; otros estarían muy satisfechos si pudieran ir al trabajo y volver a sus hogares sin la constante amenaza de los asaltos, asesinatos y extorsiones. A los viejitos les importa muchísimo el tema de pensiones. El agua es la prioridad máxima para quienes no la poseen. Los estudiantes quieren buenas oportunidades de empleo.

A la hora de gobernar, las dimensiones estructurales de los problemas y las políticas de largo plazo deben recibir la atención que merecen. Las libertades deben protegerse sin conceder el más mínimo margen a ideologías totalitarias. Esos temas de país deben mantenerse en la conciencia colectiva. Pero a las inmediatas, lo que la gente espera es algo mucho más sencillo y concreto.

Más que visiones apocalípticas o mesiánicas, la gente necesita algo y alguien que le otorgue las seguridades más básicas.

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