El inicio del conteo de las juntas receptoras de votos y las pruebas de sonido coincidieron; casi a las 5 de la tarde, y cuando dos tarimas instaladas en la calle esperaban la celebración de otro período presidencial para ARENA, la fiesta no llegó a la sede del partido.
El presagio llegó temprano a los pocos correligionarios que se habían concentrado, alrededor de las 6 de la tarde; la música dejó de sonar y las miradas se centraron en la pantalla desplegada en una de las paredes del salón Mayor Roberto d’Aubuisson. Urna tras urna, el conteo en San Miguel pareció ser un balde de agua fría en un grupo de jóvenes areneros que intentaron calmar sus nervios y enfocar su fe con una dosis de oración aderezada del himno. Nada les dio la tranquilidad y las lágrimas comenzaron a rodar en sus rostros.
Tres horas más tarde la dirigencia arenera les ratificaba la derrota: a las 10 de la noche ingresaron, además del candidato presidencial, Rodrigo Ávila —al que no dejaron de vitorear—, los ex presidentes del partido. Y el salón, que fue testigo del desconsuelo, tenía más periodistas que correligionarios.
En el estrado donde ARENA ha celebrado varios triunfos –el último, el de Norman Quijano– esta vez no había alegría. Ávila tomó el micrófono y, escoltado por los ex presidentes, su esposa y otros dirigentes del partido, brindó un discurso que era interrumpido por gritos de militantes. Con pequeños sorbos de agua, Ávila continuó dirigiéndose a los correligionarios ahí presentes, y a quienes observaban la escena a través de los canales de televisión que se enlazaron en vivo desde la sede del COENA.
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