Más que un espaldarazo político fue una expresión de confianza y de esperanza también de que las cosas pueden ser diferentes para el pueblo salvadoreño. El presidente Lula durante su visita a Estados Unidos conversó con el presidente Obama sobre el significado de mi liderazgo para El Salvador y de la importancia de replantear las relaciones con la región centroamericana.
La llamada del presidente Obama y sobre todo, el tono de la misma, confirman el nuevo interés y visión que la administración estadounidense tendrá sobre América Latina. Durante la conversación telefónica el presidente Obama señaló los temas de la agenda hemisférica que no pasan solo por la preocupación que tradicionalmente Estados Unidos ha tenido en torno al narcotráfico y el crimen organizado, sino también sobre el crecimiento de la economía, el empleo, la pobreza y las graves desigualdades sociales que caracterizan a nuestras sociedades. Si estas serán las prioridades, podemos esperar un ciclo diferente en las relaciones con Estados Unidos.
Hay tres señales enviadas estos días que no deben pasarse por alto y que deberían poner punto final al debate que se quiso abrir durante la campaña en torno a las relaciones futuras con Estados Unidos: la llamada del presidente Obama pocas horas después de mi triunfo, la visita del subsecretario adjunto para Asuntos Hemisférico, Thomas Shannon, y la llamada de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien rubricó el interés de su Gobierno por reforzar las relaciones con el próximo Gobierno de El Salvador.
Una cosa son las relaciones del FMLN como partido con Cuba y Venezuela y otra las relaciones del próximo Gobierno de El Salvador con los gobiernos y pueblos de ambos países hermanos. Una no condiciona ni determina a la otra. La política exterior tiene que construirse a partir de intereses estrictamente nacionales, no a partir de afinidades ideológicas.
A nuestro país le conviene abrir relaciones diplomáticas con Cuba y reforzar las que ya tiene con Venezuela. En ningún caso, la apertura de relaciones y el estrechamiento de las existentes debe ser entendido como sinónimo de alineamiento o subordinación.
De la misma manera como exigiremos respeto a nuestra soberanía de parte de Estados Unidos también lo exigiremos de Cuba y Venezuela. Eso lo entiende bien la dirigencia del FMLN y lo comparte.
Aún no, ya que antes tengo que recibir toda la información que necesito al respecto de los actos de traspaso de mando del gobierno de Saca. Pero aspiro invitar a partidos políticos, organizaciones sociales, empresarios, a la academia, a las iglesias, tanto católica como evangélicas, a los gobernantes de países amigos, a la prensa y, sobre todo, al pueblo salvadoreño que esperó con estoicismo tantos años para ver realizada su esperanza de cambio.
Lo que he sostenido hasta ahora: el estilo de gestión del presidente Lula es y será un referente para mi gobierno. He seguido con atención la forma como él y su gobierno han enfrentado los principales desafíos que ha tenido que abordar su país. Brasil, bajo el gobierno de Lula, se ha convertido en una de las economías más sólidas del continente, a través de un manejo responsable de la gestión macroeconómica, pero también ha sacado de la pobreza a 23 millones de brasileños que antes de su gobierno tenían ingresos mensuales por debajo de los 300 dólares y ahora reciben entre 800 y mil dólares por mes. Ahí está un ejemplo a seguir.
Nosotros también podemos aspirar a hacer un gobierno con énfasis en lo social, con un claro compromiso con los más pobres y excluidos, pero que al mismo tiempo saque a El Salvador de la crisis en la que se encuentra, convirtiendo a la economía salvadoreña en la más dinámica y competitiva de la región. Mi visita a Brasil ha permitido no solo reforzar los lazos políticos, sino también abrir nuevas rutas para la cooperación. Como lo mencioné antes, el presidente Lula comprometió recursos del BNDES para financiar importantes proyectos de infraestructura física y social (hospitales, saneamiento básico, entre otros). Solo es cuestión de afinar detalles en los próximos días.
Además de buscar a mi hijo Gabriel, quien llevaba ya varias semanas con sus abuelos maternos, me reuní con el presidente Lula y algunos de sus funcionarios del área económica y social en el despacho presidencial de Sao Paulo, ubicado en la Avenida Paulista. En esa oportunidad fue que el presidente Lula comprometió su decisión de financiar algunos proyectos de infraestructura económica y social en nuestro país.
Luego, atendiendo una invitación del presidente, asistí a la inauguración de la segunda etapa del Programa “Territorios de la Ciudadanía”, en el estado de Bahía, en la región nordeste de Brasil. Este es quizás el más importante programa social del Gobierno brasileño que implica la acción conjunta del Ejecutivo, de los gobiernos de estado y de las municipalidades, y que solo en los primeros años del segundo mandato del presidente Lula ha implicado una inversión con fondos federales de más de 10 mil millones de dólares en apoyo a la producción, construcción de hospitales, escuelas, carreteras, caminos rurales, saneamiento básico, capacitación laboral, entre otros.
También me reuní con el arquitecto Joao Filgueiras Lima, experto en tecnología y construcción de infraestructura social, fundador del Centro de Tecnología de la Red Sarah, bajo cuya responsabilidad se han construido una buena cantidad de centros de salud, pasarelas urbanas, centros comunitarios e infraestructura básica de saneamiento en áreas pobres de diferentes estados de Brasil. Finalmente, cerré mi visita con un par de reuniones en Sao Paulo con empresarios brasileños interesados en invertir en El Salvador.
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