La era de Mena deja una herencia compleja

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La actual administración ha sido responsable de los problemas, por lo tanto, deben dejarle resolver para dejar una administración limpia, pero está difícil.”
Abel Vega, presidente de ATRAM
Quisiéramos que el pago de salarios quedara al día, que el último día de abril no se le deba ni un centavo de su salario a los trabajadores.”
Gilberto Delgado, síndico electo de Santa Ana

Cuando Orlando Mena, alcalde de Santa Ana, inició su tercer período al frente de esa comuna, en mayo de 2006, prometía varios “megaproyectos”, entre ellos la culminación del techo del mercado central, el mejoramiento de la escuela José Mariano Méndez, la habilitación de la calle El Chupadero y la reparación de las principales vías de la ciudad.

Para entonces, los problemas que más estaban afectando a Santa Ana eran las calles en mal estado y la recolección de la basura. La administración de Mena comenzó a buscar solución para el tratamiento final de los desechos sólidos tras ser aprobada la ley que prohibía basureros a cielo abierto. Así, buscó opciones para la construcción de un relleno sanitario, y para concretar su plan creó una tasa que impactaría en el bolsillo de la población y cuyo destino sería el tratamiento final de los desechos sólidos.

El concejo dio en concesión a la empresa PRESYS la construcción de un relleno sanitario en la comunidad Santa Gertrudis del cantón Cutumay Camones. PRESYS sería la encargada de darle tratamiento a la basura producida en Santa Ana y otros municipios.

Sin embargo, las comunidades aledañas al proyecto comenzaron a protestar, al grado que lograron paralizarlo. Hasta la fecha, la construcción inconclusa sigue abandonada, como muchos de los proyectos anunciados.

Ante el cierre, la municipalidad tuvo que llevar la basura hasta el relleno de MIDES, ubicado en Nejapa, lo que incrementó el costo del tratamiento final.

Y así comenzaron más problemas. El jefe municipal saliente aceptaba que otras obras y proyectos se verían afectados por el aumento de los costos. No se equivocó.

“La crisis ha sido consecuencia de estar llevando la basura hasta Nejapa, invirtiendo grandes cantidades de dinero en el transporte y en la disposición final”, aseguró Mena en una entrevista concedida en octubre pasado.

Otras complicaciones

El alto costo del manejo de deshechos comenzó a pasarle factura a la administración. Como consecuencia, otras obras quedaron a medias, tales como el techo del mercado central, el complejo deportivo de la colonia El Molino y la pavimentación de calles. Además, para pagar el tratamiento de la basura, el concejo se vio en la obligación de adquirir varios empréstitos, incluyendo uno con un prestamista local, a quien dieron en garantía el centro municipal de usos múltiples El Palmar.

Así, los fondos comenzaron a escasear y los sueldos de los trabajadores a llegar cada vez con más retraso a los bolsillos de los empleados, que también empezaron a recibir notificaciones de atrasos en los pagos de las instituciones con las que tenían créditos financieros.

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