JUEGO DE MORALEJAS

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Pasó la campaña, pasó la elección, pasó el momento de conocer el resultado, y ahora estamos aquí, en una calma que para muchos debe parecer inverosímil, pero que es lo que anticipaban los análisis desapasionados. En los días anteriores al 15 de marzo, alguien me dijo, con cierto tono de reproche: “Usted debería decir las cosas con más claridad”. Le respondí: “Las digo claras a mi modo; lo que pasa es que digo cosas distintas a las que usted quisiera oír”. Pero bien. Nos hallamos aquí, y el momento es para estar en la sana expectativa: ni todo será una novela rosa, ni todo será una novela negra; ambas son formas de la irrealidad, porque la realidad siempre es multicolor.

A estas alturas tan tempranas del nuevo momento es muy pronto para adelantar juicios definitivos sobre lo que hará o dejará de hacer cada quien, y en especial las fuerzas políticas; pero sí se pueden ir sacando conclusiones de lo ocurrido hasta la fecha. Y, para mejor orden, lo expreso en moralejas:

MORALEJA PARA LA CIUDADANÍA: durante la larguísima campaña electoral oímos de todo. Demasiado de todo. Y, a medida que avanzó, se desbordaron las imágenes crudas. Pocos argumentos sólidos y multitud de mensajes detonantes. El ambiente se fue llenando de ansiedades, provenientes del estado de ánimo de los partidos competidores. Al final, llegó el día. Tanto el candidato del FMLN, ya Presidente electo, como el candidato de ARENA reaccionaron con mesura y ponderación. Ningún desborde. Alguien me decía: “Es que ganó la izquierda; que si hubiera perdido, las cosas hubieran sido muy distintas…” Podría ser. Pero vamos a la moraleja de fondo para nosotros, los ciudadanos: en una campaña electoral hay que oírlo todo, pero nunca hay que creerlo todo. No hay que comprar pasiones ajenas, del color que fueren.

MORALEJA PARA LOS PARTIDOS: independientemente de los resultados, que desde luego son determinantes, los partidos políticos han quedado con varias moralejas a su haber y a su deber. El FMLN gana por primera vez la Presidencia de la República, y lo hace dentro de la lógica natural de la alternancia: su moraleja es ésa, la de reconocer que tiene una responsabilidad fundamental con el proceso, más allá de cualquier fidelidad ideológica. ARENA perdió la elección, pero si se pone las pilas en serio y sin autocomplacencias inútiles, podría ganar la lección de lo que hay que hacer y de lo que no hay que hacer: ésta es su moraleja. Para otros partidos como el PCN, el PDC y el FDR, la moraleja es clarísima: que piensen en autoconstruirse en vez de seguir pensando en acomodarse.

MORALEJA PARA LOS ESCÉPTICOS SOBRE LA NATURA-LEZA DEL PROCESO: a éstos, a partir del 15 de marzo, el proceso les renueva, de modo contundente, la obligación de ver las cosas como son y no como han seguido imaginándoselas. El proceso nacional existe, y la solución política de la guerra abrió un escenario que nadie es capaz de desconocer sin caer en lo ficticio. Ese escenario tiene su propia lógica, y de ella nadie escapa. Es el proceso de la integración nacional, después de ser durante mucho tiempo el proceso de la división nacional. Y esta naturaleza actuante del proceso es la que ha hecho que los tremendismos y los catastrofismos hayan quedado de pronto no sólo al descubierto, sino en trance de ridículo.

Hay más moralejas, y de ellas hablaremos otro día.

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