PNUD: Un compromiso nacional por el empleo

Hay una gran oportunidad de convertir la contienda electoral en un proceso que facilite un acuerdo de nación por el empleo, rompiendo las barreras ideológicas, en pos del progreso socioeconómico de El Salvador.

Claudio M. de Rosa / Columnista de LA PRENSA GRÁFICA
opinion@laprensa.com.sv

El informe de Desarrollo Humano de El Salvador 2007-2008, “El Empleo en uno de los pueblos más trabajadores del Mundo”, preparado por el PNUD, plantea los grandes desafíos que tenemos como país, priorizando en la necesidad de un pacto de nación por el “trabajo decente”, entendido como aquel que ofrece “remuneración justa, protección social para el trabajador y su familia, buenas condiciones y seguridad en el lugar de trabajo, posibilidades de desarrollo personal y reconocimiento social”, además de la igualdad entre hombres y mujeres.

El Informe señala que “el subempleo y no el desempleo es el principal problema” en el país y causante, en buena parte, del malestar que siente la gente, haciéndola desestimar el progreso familiar alcanzado hasta ahora. Recordemos que en 1989 la pobreza afectaba al 62% de la población y en 2006 se reduce al 30.6%. El analfabetismo disminuyó de 30% en 1988 a 14.6% en 2006; la mortalidad infantil cayó de 52 niños por cada mil nacidos vivos en el quinquenio 1988-1993 a 25 por mil en el quinquenio 1998-2003 y sigue a la baja. La propiedad de la vivienda y su calidad mejoraron significativamente. La inflación en El Salvador es de las más bajas de Latinoamérica a partir de mediados de los noventa hasta mediados de 2007, convirtiéndose en un grave problema en el último año.

Entonces, ¿cuál es el problema? Sin rodeos: es la pérdida del poder adquisitivo de los salarios medios reales (descontada la inflación), que en la década de los ochenta cayeron más de 60%, empobreciendo al país y, que aunque mejora la economía, entre 1989 y 2007 pierden otro 6%. Esto lleva al PNUD a concluir que “hay un desencuentro en las racionalidades de empleado y empleadores” en la forma que ven el salario que consideran apropiado y el que se les paga. Dadas estas condiciones y que la mayoría de los salvadoreños consideran que ser salvadoreño significa “ser muy trabajador”, según el Informe, esto “debe inspirar a El Salvador a colocar el pleno empleo en el centro de sus políticas públicas”, donde “empresarios y trabajadores deben convertirse en actores creíbles y representativos para impulsar un compromiso nacional a favor del empleo”. Este desafío requiere ser analizado detenidamente. Primero, reconozcamos que los privados generan con sus recursos “todos los empleos”, porque el sector público solo “da empleos”, que remunera con los impuestos de los privados.

Segundo, dado lo anterior, para estimular la generación de empleos debe haber un gobierno: (i) que genere confianza en los empresarios e inversionistas, (ii) que garantice la predictibilidad de las reglas del juego y del sistema de libertades, ejercidas con responsabilidad y con el pleno imperio del Estado de Derecho, y (iii) que realmente concuerde ideológicamente con los postulados de la libre empresa. Si estas condiciones no se cumplen “un compromiso nacional a favor del empleo” es una utopía.

Tercero, para alcanzar mejores salarios hay que invertir en el capital humano, en la persona, desde el momento de la concepción. Esto encierra otros dos grandes desafíos: mejorar los servicios de salud y lograr una cobertura universal, así como mejorar la educación y tener una escolaridad de 12 años. Pero esto último debe ir más allá: elevar la calidad de la educación superior e incorporar obligatoriamente en cada una de estas instituciones la investigación y el desarrollo de proyectos innovadores, algo casi inexistente. Todo sin dejar de lado, el encuentro de las instituciones de educación superior con las demandas del sector privado, para no tener graduados frustrados; así como la instauración de programas de capacitación y actualización de conocimientos de por vida, porque el progreso es tan vertiginoso que los conocimientos técnicos y profesionales quedan obsoletos en pocos años.

Lo interesante es que el desafío que lanza el PNUD puede encontrar terreno fértil, aunque se esté en medio del proceso que lleva a las elecciones de 2009. Rodrigo Ávila, candidato de ARENA, desde que era precandidato, ha planteado la necesidad de un acuerdo por empleos dignos y de calidad, donde los servicios de salud y educación son componentes principales para alcanzar este objetivo, en gran coincidencia con lo planteado en el Informe del PNUD. Mauricio Funes, candidato del FMLN, también ha planteado la necesidad de generar más empleos y mejorar los ingresos, lo cual es compartido por dirigentes de los otros institutos políticos. Hay una gran oportunidad de convertir la contienda electoral en un proceso que facilite un acuerdo de nación por el empleo, rompiendo las barreras ideológicas, en pos del progreso socioeconómico de El Salvador.

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