Estamos a 5 días de las elecciones para diputados y concejos y a 61 para las elecciones presidenciales. El tiempo se está acabando con la rapidez característica de los plazos políticos, y la sensación que queda, al menos hasta la fecha, es de que la campaña en serio aún no ha comenzado. No sé qué sientan ustedes, pero al menos a mí esta es la impresión que me da. ¿Qué ha pasado, entonces? La campaña comenzó, al menos en la retórica al uso y en sus movimientos derivados, hace más de un año.Pero estamos aquí, en el umbral mismo de las elecciones, y los ciudadanos aún tenemos que seguir haciéndonos las preguntas básicas sin contar con respuestas debidamente procesadas.”
Escrito por David Escobar Galindo
Los candidatos presidenciales se formalizaron con una gran anticipación: el del FMLN en noviembre de 2007 y el de ARENA en marzo de 2008. Hubo tiempo más que suficiente para estructurar propuestas de naturaleza inequívoca y precisa, según los desafíos del inmediato futuro; para abordar en forma ordenada y consistente el desarrollo de dichas propuestas; para prender imágenes permanentes en el ánimo ciudadano; para organizar lo nuevo con apego a las aspiraciones de la población y a las posibilidades de la realidad; en fin, para hacer que este ejercicio fuera todo lo creativo y convincente que las circunstancias demandan…
Pero estamos aquí, en el umbral mismo de las elecciones, y los ciudadanos aún tenemos que seguir haciéndonos las preguntas básicas sin contar con respuestas debidamente procesadas. Y esto lo que indica, en primer lugar, es que nuestra “clase política” se encuentra aún demasiado apegada a las formas tradicionales, tendían a quedarse en una cancioncita aquí, una acusación fácil allá y un gesto mitinesco acullá. Lo que los tiempos, los problemas, los anhelos y los retos reclaman son cosas evidentemente más sustantivas y visionarias.
Ahora, parece que lo que hay que esperar es el escueto resultado de las urnas, porque luego de tanto tiempo de presencia en campaña ya no hay mucho margen para las innovaciones, en ninguna de las opciones que están en juego. Quizás el único factor posible de inducción específica de resultados en la presidencial sean las elecciones del próximo domingo. Al respecto, es posible imaginar varios escenarios, en lo legislativo: que la Asamblea quede más o menos como está, lo cual no agregaría novedad; que, dada la correlación de fuerzas resultante, ya no sea posible hacer mayoría simple con sólo dos fuerzas políticas, sino que se necesiten al menos tres, lo cual modificaría el mecanismo negociador interno en el cuerpo legislativo; que el partido con más diputados sea ARENA, lo cual daría importante empuje simbólico y anímico a la candidatura presidencial de dicho partido; que el partido con más diputados sea el FMLN, lo que le aportaría impulso a su candidatura presidencial. También podría haber otra lectura: que el electorado trate de asegurar equilibrios de poder, y al partido que favorezca menos en las legislativas le dé más apoyo en la presidencial. Podría ser, pese a que tal consideración aparezca más factible en el plano de las sutilezas especulativas que en el de los movimientos reales. En cuanto a los concejos, el de San Salvador puede ser factor influyente en los resultados presidenciales, tanto respecto de ARENA como del FMLN.
En todo caso, los comicios están a la vista, y dan ganas de que empiece la campaña de veras. Aunque por ahora es tarde, nunca será mucho pedir. Las cuestiones de fondo ya no toleran campañas de este estilo.
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