Golpe de timón

La primera gran decisión “presidencial” de todo candidato a la presidencia es quién le acompañará como compañero de fórmula. El anuncio de que el empresario Arturo Zablah completará la dupla presidencial por ARENA representa el primer gran acierto de Rodrigo Ávila de cara a las elecciones de marzo de 2009.

Carlos A. Rosales/ Secretario particular de la Presidencia de la República

Además de inyectarle solidez intelectual a la campaña arenera, la participación de Zablah le da credibilidad al discurso de cambio que se viene escuchando desde ese partido. La decisión de abrir ARENA a alianzas electorales con fuerzas políticas creíbles y a la participación de “gente de afuera” en su fórmula presidencial puede ser el golpe de timón que Rodrigo Ávila necesitaba para dinamizar su campaña.

Desde la designación de Ávila como presidenciable del partido oficial, la percepción generalizada sobre las probabilidades de un quinto triunfo electoral de ARENA bordeaba en el pesimismo.

Los análisis más sesudos y la evidencia anecdótica apuntaban a que la dirigencia arenera había hecho todo lo que era necesario para perder en 2009. Además, todas las encuestas —públicas y privadas— reforzaban dicha tesis.

Asimismo, varios sectores de la derecha han criticado al candidato arenero de no adueñarse lo suficiente de su propio esfuerzo. Le han reclamado mayor protagonismo y efectividad, y claridad en su mensaje de unidad de la derecha. Le han exigido, además, más fuerza y el liderazgo para sacar a flote su campaña. Lo que el candidato había hecho hasta ahora no satisfacía a todos.

Empero, además de audaz, la selección de Zablah como compañero de fórmula manda un mensaje creíble de apertura por parte de Ávila, y supone un verdadero compromiso con el cambio. De haber sido funcionario en los gobiernos de Cristiani y Calderón Sol, Zablah pasó a ser uno de los mayores críticos de la gestión económica arenera, al grado que se le mencionó insistentemente como presidenciable de una alianza de “centro”. A Zablah nadie lo puede acusar de ser “más de lo mismo”.

Claro está que su incorporación a la campaña liderada por ARENA no garantiza la victoria en marzo. Pero la sensación a partir de hoy es que el “continuismo” que muchos han criticado comienza a desvanecerse. El perfil de Zablah, como connotado analista económico, le da además a Ávila un aporte valioso en la formulación de sus planes para enfrentar la crisis económica mundial que abate al país.

ARENA todavía debe convencer a un electorado escéptico de que su nuevo proyecto representa la esperanza. Con ese propósito, Ávila necesita reorientar su esfuerzo de campaña —lejos de los insultos y los discursos ideológicos— y concentrarse en las propuestas y en soluciones concretas a los problemas que enfrenta la población. Al fin y al cabo, la gente no come de ideología, y tiende a votar con el estómago.

Ávila debe también recomponer su esfuerzo comunicacional. Hasta ahora, la campaña publicitaria de ARENA ha sido improvisada y carente de rumbo. Ya basta de repetir los esquemas de antes y las mismas cancioncitas que recuerdan las campañas areneras de antaño. Los candidatos tricolor deben exigir una renovación creativa para sus spots publicitarios.

La dupla arenera contrasta marcadamente con la fórmula presidencial del FMLN. A Mauricio Funes no le permitieron hacer alianzas. Tampoco le permitieron escoger a su compañero de fórmula. Si lo hubiera hecho, seguramente no hubiese optado por quien la cúpula farabundista le impuso: el comandante Salvador Sánchez Cerén.

Además de invitar a una reflexión profunda sobre este tema, el episodio sirve para medir y comparar el espacio de maniobra y el nivel de independencia de ambos contendientes. A todas luces, Ávila resulta ganador.

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