No tiene nada de malo que la derecha del país se una para ser oposición. Tampoco que haya elegido a Ciro Cruz Zepeda como presidente de la Asamblea Legislativa. El problema es otro y tiene que ver con una gran interrogante que no ha sido disipada: ¿para qué esta unión?
Porque ante la falta de información muchos pueden pensar que es y fue para aprobar la dispensa de pago al contado de la deuda política, sin cifra conocida, que tienen con el Estado desde hace muchos años los partidos Demócrata Cristiano y de Conciliación Nacional, o la aprobación de la ley transitoria que dio a los diputados salientes el privilegio de tener seguridad de la Policía Nacional Civil por un año, a contar del pasado 1.º de mayo.
Y en esto me quiero detener, porque se trata de dos hechos vergonzosos que vuelven a sembrar la duda sobre el verdadero interés que mueve a algunos de nuestros partidos políticos. Es inconcebible desde todo punto de vista que se utilice el poder de la negociación política para acceder a privilegios que no tiene ningún otro salvadoreño. Y se haga con descaro, minutos después de sermonear al país con argumentos sobre moral y los valores que sirvieron para aprobar la reforma constitucional que impedirá la unión legal entre personas del mismo sexo. ¿Doble moral, hipocresía? Las dos cosas. Los primeros que debieran dar el ejemplo en el cumplimiento de las obligaciones con el Estado son los políticos. Si no, que la Asamblea le permita a todos los salvadoreños pagar sus deudas fiscales en el mismo plazo que ellos se impusieron: cinco años.
ARENA debe explicar por qué apoyó estas sinvergüenzadas y si la unión de partidos de derecha estará basada en este tipo de hechos. ¿Es esto lo que debe esperar el simpatizante o militante arenero? También hay que preguntarse quién va a liderar esta alianza de partidos y bajo qué circunstancias. Porque así como están las cosas, seguramente veremos en poco tiempo un nuevo intento de aumento de sueldo de los diputados; más privilegios para el sector transporte, especialmente ahora que su mejor representante ascendió a la categoría de vicepresidente del primer Órgano de Estado; nuevos nexos entre el narcotráfico y los representantes del pueblo.
Si la unión de la derecha va a estar condicionada por la poca vergüenza que caracteriza a algunos partidos minoritarios, ARENA debe empezar a preparar su sepultura. O ARENA establece con claridad las bases de esta unidad, o será cómplice de cada acción poco decorosa que promuevan sus aliados.
La renovación de ARENA es indispensable. La derecha del país requiere de un partido, político y moralmente fuerte, que se constituya en una oposición seria y responsable. Un partido que responda por sus acciones, pero también que sea capaz de fijar muy claramente sus fronteras en la relación con los otros.
No creo que ARENA haya perdido el 1.º de mayo porque concertó con el PCN y el PDC. Perdió porque negoció sobre bases indebidas. Este es el asunto.
Porque ante la falta de información muchos pueden pensar que es y fue para aprobar la dispensa de pago al contado de la deuda política, sin cifra conocida, que tienen con el Estado desde hace muchos años los partidos Demócrata Cristiano y de Conciliación Nacional, o la aprobación de la ley transitoria que dio a los diputados salientes el privilegio de tener seguridad de la Policía Nacional Civil por un año, a contar del pasado 1.º de mayo.
Y en esto me quiero detener, porque se trata de dos hechos vergonzosos que vuelven a sembrar la duda sobre el verdadero interés que mueve a algunos de nuestros partidos políticos. Es inconcebible desde todo punto de vista que se utilice el poder de la negociación política para acceder a privilegios que no tiene ningún otro salvadoreño. Y se haga con descaro, minutos después de sermonear al país con argumentos sobre moral y los valores que sirvieron para aprobar la reforma constitucional que impedirá la unión legal entre personas del mismo sexo. ¿Doble moral, hipocresía? Las dos cosas. Los primeros que debieran dar el ejemplo en el cumplimiento de las obligaciones con el Estado son los políticos. Si no, que la Asamblea le permita a todos los salvadoreños pagar sus deudas fiscales en el mismo plazo que ellos se impusieron: cinco años.
ARENA debe explicar por qué apoyó estas sinvergüenzadas y si la unión de partidos de derecha estará basada en este tipo de hechos. ¿Es esto lo que debe esperar el simpatizante o militante arenero? También hay que preguntarse quién va a liderar esta alianza de partidos y bajo qué circunstancias. Porque así como están las cosas, seguramente veremos en poco tiempo un nuevo intento de aumento de sueldo de los diputados; más privilegios para el sector transporte, especialmente ahora que su mejor representante ascendió a la categoría de vicepresidente del primer Órgano de Estado; nuevos nexos entre el narcotráfico y los representantes del pueblo.
Si la unión de la derecha va a estar condicionada por la poca vergüenza que caracteriza a algunos partidos minoritarios, ARENA debe empezar a preparar su sepultura. O ARENA establece con claridad las bases de esta unidad, o será cómplice de cada acción poco decorosa que promuevan sus aliados.
La renovación de ARENA es indispensable. La derecha del país requiere de un partido, político y moralmente fuerte, que se constituya en una oposición seria y responsable. Un partido que responda por sus acciones, pero también que sea capaz de fijar muy claramente sus fronteras en la relación con los otros.
No creo que ARENA haya perdido el 1.º de mayo porque concertó con el PCN y el PDC. Perdió porque negoció sobre bases indebidas. Este es el asunto.
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