Hoy es el momento para definir

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El FMLN tiene todo el derecho a pedir ser parte del nuevo gobierno de Mauricio Funes, incluso intentando tener a sus militantes en la mayoría de puestos que conforman el gabinete presidencial. Esto no tiene nada de malo, se trata de una aspiración tan normal como lo es la consecución del poder por parte de los partidos políticos. Lo que sí resultó extraño fueron las declaraciones iniciales del presidente electo y del mismo FMLN, que hablaban de un gobierno con un partido invitado. Eso, aparte de confuso es irreal, porque tarde o temprano el partido iba a exigir su cuota de poder. Funes logró el pasado 15 de marzo convertirse en el próximo presidente del país no por ser parte de una coalición de partidos, sino por ser el candidato de uno solo, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

Me imagino que esto lo tiene muy claro Funes. El problema es otro y tiene que ver con la definición del tipo de gobierno, que al parecer es donde el partido o no quiere ubicarse o no ha sido bien informado. Basta hacer un mínimo análisis de las declaraciones del presidente electo o su entorno y las brindadas por la dirigencia del FMLN para darse cuenta que ambas van en dirección distinta. Son tan diferentes que incluso da la impresión que el FMLN no ha asumido la realidad que le espera a partir del 1.º de junio. Otros, con justa razón, pueden llegar a creer que el partido quiere dejar una puerta abierta para mantener una postura opositora.

Obviamente todo esto está raro. No estamos frente a una situación relativamente normal a lo que es la preparación de una nueva administración estatal. Todo el impulso que Mauricio Funes mostró antes del 1.º de mayo se detuvo por la presión desmesurada que la izquierda le imprimió durante las celebraciones del Día del Trabajo.

¿El presidente electo y el partido están pensando en dos gobiernos diferentes? Si ese es el problema hoy es el momento de definirlo, porque mañana sería catastrófico. No me quiero imaginar a un presidente teniendo como adversario a un partido que se hizo fuerte en cuatro o cinco ministerios y ambos actúan en competencia. Esto es lo peor que le podría pasar al país. Aquí lo que tiene que haber es un partido unido a su presidente, y este último con el poder de decisión final. No existe otra forma.

El Salvador, en medio de una crisis económica nunca antes vista y una amenaza cada vez más real del narcotráfico que ha infiltrado parte de nuestras instituciones, requiere de un gobierno fuerte. No se crea ARENA que la debilidad de sus oponentes le beneficia. Vistas las cosas como están, lo único que cabe es pedirle a todos los que serán parte del nuevo gobierno que actúen con responsabilidad. No estamos ni para experimentos ni para vedetismos políticos. Hoy es el momento de definir o terminar de definir los rumbos. Mañana, con el poder en las manos, será mucho más difícil.

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