El nombramiento del gabinete de gobierno del presidente electo, Mauricio Funes, es esperado con ansias por la población. No porque con ello se solucionen los problemas del país de un día para otro, sino porque su composición vendrá a dar luces sobre un panorama nacional que hoy aparece sumamente sombrío.
Las noticias publicadas por los medios de comunicación en la última semana nos llenan de zozobra: los homicidios aumentaron en un 37% en los primeros cuatro meses del año, en comparación con el mismo período del año pasado, o sea 380 muertos más; las compañías eléctricas amenazan con cobrar tarifa plena si el Gobierno no les cancela una deuda que ronda los $25 millones, lo que pone el riesgo a 825,000 familias que verían un fuerte incremento en sus recibos de luz; el viceministro de Transporte asustó a los propietarios de vehículos con obligarlos a contratar el seguro obligatorio, lo que habría afectado a 674,000 personas que poseen un medio de transporte propio; las medicinas siguen escaseando en los hospitales; los despidos laborales aumentan, etc.
Nada bueno nos está ocurriendo. La crisis económica y la descomposición social afectan seriamente a El Salvador. Quizá no es aún el momento para hacer balances o buscar culpables. Siempre he creído que el único juicio correcto, cuando se trata de un liderazgo o una gestión presidencial, es el que se hace en frío. Cualquier análisis en caliente corre el riesgo de ser muy poco ponderado. El gobierno de Elías Antonio Saca habrá que juzgarlo cuando pasen unos años, y habrá que tomar en cuenta no solo el fin de su período, sino los cinco años.
Por ahora lo que nos queda es mirar para adelante. Esperar confiados que la nueva administración tenga la capacidad de gobernar un El Salvador siempre difícil, con o sin crisis internacional.
Los nombres de los futuros ministros, que han escapado al cerco desinformativo, son alentadores. Un área económica en manos del presidente y con gente que da confianza a los sectores productivos del país: Alex Segovia, Carlos Cáceres, Carlos Acevedo, Guillermo López Suárez y Héctor Dada Hirezi, no solo son sinónimos de moderación, sino de entendimiento de la cosa económica, algo muy importante si se tiene en cuenta los retos que enfrentarán.
Que el FMLN pudiera ocupar las carteras de Educación, Salud y Seguridad no debiera preocupar. Por el contrario, me atrevo a especular que el partido de izquierda se verá obligado a hacer todos sus esfuerzos para no ser víctima de las mismas críticas que ellos han hecho por 20 años. En este sentido los retos son enormes: hacer volver al país a la normalidad en materia de seguridad, dar salud e educación con calidad a todos los salvadoreños. Si el FMLN ha pedido estos ministerios es señal de que quiere jugársela, y eso me parece bien.
Seguramente la noticia más esperanzadora que tendremos en los próximos días será la composición del gabinete. Obviamente solo podemos tener esperanzas, porque la seguridad la tendremos cuando veamos en acción al nuevo Gobierno, que por supuesto, y porque nos conviene a todos, le deseamos la mejor de las suertes.
A Tony Saca y su equipo, mis agradecimientos por haber ampliado los espacios de la libertad informativa, aún insuficiente. Sobre el resto de su gestión, habrá tiempo para analizarla.
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