Dijo que el “rostro más dantesco” del crimen organizado es el narcotráfico, y que las pandillas tienen un “submundo de antiley”. El primer problema toma como rehén a los gobiernos y, el segundo, a los ciudadanos más pobres. Bajo esas premisas, el presidente de la República, Mauricio Funes, prometió en su primer discurso a la nación impulsar una depuración policial, afinar estrategias locales y coordinar con países vecinos políticas contra esas amenazas a la seguridad.

Y a juzgar por sus palabras comenzará por limpiar la casa. “Daremos nuestro apoyo a los buenos policías, que son mayoría en nuestros órganos de seguridad, pero identificaremos y castigaremos con rigor a aquellos pocos que se desvíen de su función y se vuelvan cómplices de estos criminales.”

Minutos antes, Funes había comparado al narcotráfico con una hidra de varias cabezas: “Por cada una que se corte en un país, parece nacer otra más adelante”. Así ejemplificaba la necesidad de impulsar políticas nacionales, regionales e internacionales contra el trasiego de droga.

El mandatario también se refirió al problema de las pandillas. “No podemos dejar que las personas más pobres sean rehenes de las pandillas y bandas integradas por menores, no por eso menos peligrosas. Las pandillas no pueden continuar actuando y creciendo impunemente, transformando barrios y comunidades en territorios libres para sus delitos.” Funes prometió que su gobierno trabajará para imponer la ley y el orden en ese “submundo inhumano de antiley”.