El rojo no predominó, pero los vítores y las consignas del “sí se pudo, sí se pudo” o “el pueblo unido, jamás será vencido” confirmaban ayer un cambio en la historia de El Salvador, una historia que se concentró en un anfiteatro repleto de invitados para presenciar el traspaso de poder al primer gobierno de izquierda en el país. Algunos invitados coreaban la llegada de Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén al Gobierno. Otros guardaban silencio y sus manos, y otros tantos optaban mejor por matar el calor con los abanicos que llevaban los nombres de los nuevos mandatarios.
8:45 a. m. El saludo a las delegaciones invitadas anunciaba el inicio de la sesión solemne. La Asamblea Legislativa entró encabezada por su presidente, Ciro Cruz Zepeda. “Con 83 votos diputados se instala esta sesión”, se oyó decir a Zepeda, tras confirmar el quórum legislativo. El diputado ausente fue el efemelenista Orestes Ortez, quien minutos después ingresaba apresurado al anfiteatro acompañado de José Luis Merino, dirigente del FMLN. Ambos fueron vitoreados.
9:08 a. m. El ingreso de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) precedió al de las misiones oficiales. Los honores para el representante de Belice —el primero de la lista— robaron la atención al ingreso, por una de las entradas laterales, de los ex presidentes Armando Calderón Sol, Francisco Flores y Alfredo Cristiani. Los aplausos no fueron.
Las misiones seguían llegando. Cuba, representada por su vicepresidente, Alfredo Lazo, y quien fue el segundo en ingresar al anfiteatro remozado del Centro de Convenciones, disparó los primeros aplausos. Los invitados, los ubicados en los laterales, aplaudieron como minutos antes lo habían hecho cuando la maestra de ceremonia mencionaba, entre las misiones visitantes, a Venezuela y Vietnam.
Las voces no esperaron el anuncio que Funes recalcaría minutos después y repetían con entusiasmo el nombre de la isla donde hace casi 30 años (octubre de 1980) cinco organizaciones conformaron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que convertido en partido ascendía ayer al poder. “¡Cuba, Cuba!”, se repetía en las graderías.
Una bandera del FMLN se miraba a lo lejos, pero la atención se centraba más bien una bandera de colores que se ondeaba, símbolo de la comunidad gay.
Después del ingreso de los mandatarios invitados, llegó el momento de Antonio Saca, presidente saliente, quien acompañado de su esposa ingresó en medio de aplausos menos efusivos que los dados a líderes como Luiz Inácio “Lula” Da Silva y Michelle Bachelet.
9:35 a. m. Funes con su esposa, Vanda Pignato, ingresan al anfiteatro donde el “sí se pudo” terminó mezclándose con la consigna más conocida de la izquierda latinoamericana: “El pueblo unido jamás será vencido”. Salvador Sánchez Cerén, uno de los comandantes del FMLN firmantes de los Acuerdos de Paz, disfrutaba el sonido de la victoria. “¡Leonel!”, gritó alguien del público, recordando al nuevo vicepresidente el seudónimo que utilizó como comandante de las FPL.
La invocación espiritual fue privilegio concedido a monseñor José Luis Escobar Alas. “Que desaparezca el odio, el deseo de venganza. Que prive el bien común a intereses partidarios e individuales”, rezó el jerarca católico. La bandera de colores descansó durante la reflexión.
9:54. a. m. Llegó el momento esperado: la toma de protesta del mandatario. “¡Fuera Ciro!”, gritó una mujer lo que causó murmullo y risas escondidas de los asistentes que terminaron solicitando silencio. “Sí, protesto”, fueron las palabras con firmeza que pronunció Funes y que dieron paso a los cañonazos que anunciaban que El Salvador tiene un nuevo presidente.
Los aplausos y los “sí se pudo” a toda voz aderezaron el momento en que Saca se quitó la banda presidencial y la entregó al presidente de la Asamblea Legislativa, quien inmediatamente procedió a colocarle una nueva al ya presidente Funes. “El pueblo unido jamás será vencido…” seguía escuchándose mientras la sonrisa del nuevo mandatario era dirigida al público de pie y a su esposa.
El rostro de Saca y el de los ex presidentes fueron el reflejo de la derrota electoral de ARENA. El silencio de los cuatro se agudizó minutos después con el discurso ofrecido por el nuevo presidente. Pasada las 10 a. m., Funes tomó el micrófono, cumplió los saludos de protocolo y hizo mención a los dos grandes ausentes en su vida: “Mi hermano Roberto y mi hijo Alejandro”.
El discurso del nuevo mandatario tomó por sorpresa a los areneros y al mismo Saca, quien sentado con la mano izquierda en la barbilla escuchó en silencio los señalamientos que Funes hizo a su gestión y a la de los otros gobiernos de ARENA, y en los cuales los señalamientos de “compadrazgos”, “privilegios”, “corrupción”, “despilfarro” adornaron un llamado a la unidad nacional. Tras eso, Funes se retiró con la banda presidencial en su pecho y su hijo menor en brazos.
11:15 a. m. El llanto de una mujer recibía al presidente saliente. “Las declaraciones se acabaron”, dijo Saca a la prensa, que intentó tener una reacción a las críticas que Funes le había lanzado. “Usted sale con la frente en alto”, repetía entre sollozos esa mujer que se acercó a un Saca evidentemente afectado y que disimulaba un rostro desencajado. El rostro del ex presidente y su silencio fueron la otra cara de la moneda de la fiesta que el FMLN comenzó en el estadio para celebrar la victoria.
Otros detalles
Asistentes, ausentes, actitudes y mensajes sin palabras en uno de los eventos que marcará la historia de El Salvador con el primer gobierno de izquierda en el país.
A pesar de la empatía del FMLN con el Gobierno venezolano, uno de los grandes ausentes fue Hugo Chávez; el presidente de Nicaragua y el de Bolivia.
Los príncipes de Asturias y más de una decena de mandatarios de la región asistieron al evento. Hillary Clinton llegó como representante de EUA.
Funes recordó su amistad con el presidente de la República de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva, uno de los mandatarios más aplaudidos.
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