Corsarios ingleses en las costas salvadoreñas

 Terror del Pacífico. Ilustración de Francis Drake que trajo el miedo a las costas de Centró América cuando navegó sus aguas.

Terror del Pacífico. Ilustración de Francis Drake que trajo el miedo a las costas de Centró América cuando navegó sus aguas.

Los depredadores de los mares y costas del océano Atlántico ya estaban poniendo zozobra en las tierras americanas de España desde hacía varios años. El Caribe era pasto abonado de los piratas libres y de quienes realizaban su tarea con patente de Gobiernos enemigos, los corsarios. La llegada de la piratería a Centro América fue en 1545, con franceses en la costa norte que en 1558 saquearon el puerto de Trujillo.

Pedro Antonio Escalante Arce
Academia Salvadoreña de la Historia

Los franceses favorecieron el nombre “bucaneros”, lo de “filibusteros” fue sobre todo para piratas ingleses y holandeses, con refugios favorecidos en las islas antillanas. En el Mar del Sur, el primer pirata fue el inglés John Oxenham, quien en 1575 con su gente, atravesó el istmo de Panamá y se dedicó a asaltar barcos de la ruta peruana. Pero el temor más grande lo puso, a los pocos años, el célebre Francis Drake.

En el mundo de la piratería, ningún nombre tan altisonante y evocativo como el del célebre y mitificado Francis Drake, un gentil hombre británico delincuente que a principios de 1578 estaba saliendo del estrecho de Magallanes, con su único barco, el “Golden Hind”, para terror de las Indias españolas del Pacífico, porque ya en el Atlántico su nombre era más que conocido, con los desmanes en Veracruz y en el istmo panameño y las amenazas a Cartagena de Indias.

Drake subió desde Chile con sus correrías y abordajes y, a finales de marzo de 1579, estaba en el golfo de Fonseca, cerca del actual puerto de La Unión, según los datos de la carta de fray Juan de Frías, del convento franciscano de San Miguel, al alcalde mayor de San Salvador, Diego Galán (19 de abril). Solamente, fueron unos pocos días en el golfo y salió Drake con su “Golden Hind” y un barco tomado frente a Costa Rica hacia el norte, para apresar en las cercanías de Acajutla la nave del comerciante Francisco de Zárate.

Luego, se dirigió hacia Huatulco, en Oaxaca, puerto que incendió, y subió hasta la Alta California y, probablemente, al actual Estado de Oregón. Desde ahí, tomaría rumbo a las Molucas, atravesando el océano Pacífico, y le daría la vuelta al mundo, el segundo en efectuarlo después del viaje de Magallanes-Elcano. Drake regresó a Plymouth en septiembre de 1580, luego de una extraordinaria saga.

Lo interesante del viaje de Drake para la historia centroamericana, y en particular las costas del actual El Salvador, fue el espanto que ocasionó su llegada por el mar. Nunca desembarcó, por lo menos no consta documentalmente haberlo hecho con aspavientos de guerra en algún lugar, aunque es posible que hiciera alguno discreto en el golfo, pero el terror que cundió por el Reino de Guatemala fue de antología. La Trinidad de Sonsonate vio la más grande concentración de tropas hasta entonces levantadas en las provincias, dirigidas en parte por los reticentes encomenderos atemorizados, y en Acajutla se armaron pequeños barcos para ir tras él.

Pero todos los trabajos de defensa fueron en vano, Drake jamás intentó desembarcar en el litoral sonsonateco y los afanes y preparativos se vieron frustrados, lo mismo que la frustración para todos los que se vieron envueltos en este capítulo casi novelesco del siglo XVI salvadoreño. En el Archivo General de Indias, existe el voluminoso e intenso Legajo Drake, con una singular y abundante riqueza de datos e informes.

A los años, en junio de 1587, los vigías de la costa informaron sobre barcos extraños en el Mar del Sur, que también entraron al golfo de Fonseca, según consta en la crónica del holandés Joannes de Laet, “Novus Orbis”, pues allí el piloto menciona haber observado el embarcadero de Amapala (el antiguo Amapala al sur de La Unión, hoy Pueblo Viejo). Pero esta vez se trataba del otro gran corsario inglés, Thomas Cavendish, que todos entonces creyeron que era Drake que regresaba (un error que inexplicablemente se fue repitiendo por siglos).

Cavendish venía con sus barcos “Desire”, “Content” y “George”, también poniendo miedo y provocando rogativas al Cielo, porque se creía que pretendía desembarcar en algún lugar, lo que sí probablemente ocurrió, tal vez en Tonalá, como es la tradición (actual Mizata), para abastecerse de agua y víveres, porque del viaje de Cavendish se desprendió la leyenda de que un hijo de Francis Drake había vivido en La Trinidad de Sonsonate (porque creían que se trataba de él).

De nuevo, hubo alarma en el Reino y en julio y agosto se concentraron tropas en Sonsonate y Acajutla. El alcalde mayor de San Salvador, Lucas Pinto, llegó con su sobrino Baltazar Pinto de Amberes, acompañados de peninsulares, criollos, mulatos y negros, llevados de las haciendas del valle de Jiboa y de las cercanías de los pueblos de Zacatecoluca, Tecoluca y Apastepeque. Asimismo, arribaron hombres desde Santiago de Guatemala e indígenas flecheros. Otra vez, lo mismo que cuando Drake, el temido desembarco nunca ocurrió. Cavendish fue el tercero en darle la vuelta al mundo, después del viaje de circunnavegación de Drake.

Regresó a Plymouth a principios de septiembre de 1588. Cuando estaba frente al litoral sonsonateco, solo tenía 27 años. También como Drake, dejó Cavendish un considerable aporte a la cartografía del momento, con anotaciones producto de sus observaciones y experiencias. Además de haber sido ambos extraordinarios navegantes que alimentaron el imaginario heroico inglés de sus grandes marinos. La presencia de estos dos corsarios, los dos más famosos del siglo XVI en el Pacífico, causaron temores permanentes y cualquier nave desconocida imponía el nerviosismo de la piratería, que ya no iba a ceder hasta pasados muchos años, con su auge en el siglo XVII.

En La Trinidad de Sonsonate, de gran nombradía por su cacao, fue donde se padecieron las mayores aflicciones por las esperadas invasiones que nunca ocurrieron. Cuando Cavendish navegaba por el Mar del Sur, era alcalde mayor de Sonsonate un hombre fuera de serie, un poeta amigo de Miguel de Cervantes: Juan de Mestanza Ribera.

Texto y fotos cortesía de la Academia Salvadoreña de la Historia.

 

1 Respuesta to Corsarios ingleses en las costas salvadoreñas

  1. CESAR dice:

    LES AGRADESCO DE ANTEMANO POR ENRIQUECER MI ASERVO CULTURAL SOBRE MI ISLA DE AMAAPALA POR FAVOR MAS DATOS

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