Los niños y su fiesta
Ayer, a las 5 de la mañana, Soyapango amaneció empapado y un tanto frío. A esa hora, Daniel Alas aún dormía en su cama, bien arropado. Pese al clima, su mamá lo despertó susurrándole un feliz Día del Niño y un “¡levántese ya, tiene que ir a la universidad!”
Escrito por por Carlos Chávez
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Daniel es un niño en toda regla. Es moreno, de rostro serio, como de adulto, pero tiene apenas 11 años de edad. En su colegio, uno llamado Luz de Israel, todos lo conocen por llevar solo buenas notas, y destacar mucho en computación y matemática. Por eso, desde hace varios meses, los profesores de su colegio consideraron que era “un niño talento” y que cabía en un proyecto para niños de la Universidad Evangélica.
“Desde hace siete semanas, estoy viniendo a la universidad para aprender robótica, computación y cosas de internet”, dice el pequeño al arribar al empinadísimo campus universitario, con su uniforme de colegio, y al lado de su joven y sonriente madre.
Ambos madrugaron para venir hasta acá por dos cosas. A celebrar el Día del Niño. Y para ser parte de la clausura de este proyecto que involucra a 150 niños de entre nueve y 12 años de edad. Los 150 niños proceden de nueve centros escolares (privados y públicos): Centro Escolar República de Italia, Centro Educativo Tierra Virgen, Colegio Cefas, Colegio San Francisco de Asís…
Son las 8:30 de la mañana. Daniel y su mamá lucen cansados y sudorosos. Como la universidad queda en una ladera del volcán, lo trepan corriendo, pensando que han llegado tarde. Pero la actividad empezará dentro de una hora dentro de un auditorio con rótulo de “Ingeniería”, con una mesa llena de golosinas. Allí, Daniel saluda y toma asiento junto a varios niños y a un muchacho universitario, vestido con traje y corbata, llamado David Amaya. Él explica más sobre este proyecto: “Desde hace siete semanas, esta universidad ha querido iniciar a 150 niños en el mundo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). En este tiempo lo niños han aprendido a hacer juegos o historias animadas en computadora, gracias a un programa llamada SCRATCH. Y la mayoría han aprendido muchas cosas de electrónica y robótica”. Entre golosinas y un pergamino de participación, Daniel dice estar feliz por todo lo que aprendió, “le voy enseñar a mi mamá cómo hacer programas o como hacer pianos de juguete”.
Mientras estos niños celebraban en la universidad su día, miles más lo hacían en el capitalino parque Cuscatlán. Allí llegó el alcalde Norman Quijano, rodeado de cachiporristas y un payaso que agitaba sus hombros para hacerlo bailar. Norman se le quedó viendo, y prefirió decir: “Esta fiesta es para los niños. Ojalá sean ellos los que disfruten lo que hemos preparado para ellos: piñatas, payasos, algodones de azúcar, palomitas, globos… ¡La niñez es el futuro de nuestra sociedad!” Muchos niños le aplaudieron, y más cuando les regaló jugos. Uno de ellos le dijo que cuando sea adulto será alcalde. Pero no quiso decirle en qué partido iría.
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