Abril 2. (2:00 p.m.) La muerte del Papa
Juan Pablo II ha sido comunicada a los fieles presentes en la Plaza de San
Pedro, que la han acogido con profundo pesar.
La noticia ha llegado mientras unas 40,000 personas rezaban el Rosario
para acompañar al anciano Pontífice en los últimos
momentos de su vida.
A los pocos minutos han comenzado a repicar a muerto las campanas de
la Basílica de San Pedro.
El secretario de Estado vaticano, Angelo Sodano, ha entonado el "De
Profundis" y posteriormente ha recitado una plegaria ante los fieles,
muchos de los cuales lloraban.
Los prelados que se encuentran en la escalinata de la Basílica
de San Pedro han invitado al silencio para "acompañar al Papa
en sus primeros pasos al cielo".
La noticia de la muerte fue comunicada en la Plaza de San Pedro a las
22.00 hora local.
"El Santo Padre ha muerto esta tarde a las 21,37 horas (18.37 GMT)
en su apartamento privado. Se han puesto en marcha todos los procedimientos
previstos en la Constitución Apostólica Universi Dominicio
Gregis, promulgada por él el 22 de febrero de 1996", dijo
Navarro Valls.
Los últimos minutos
Por la mañana, Navarro Valls, aseguró emocionado que "a
veces cierra los ojos y a veces vuelve a abrirlos" y "cuando
oye hablar, a veces reacciona".
Durante ese período en que la Iglesia católica no tiene
un pontífice, el camarlengo papal es el funcionario más
importante del Vaticano.
Según prescribe el ritual, destruye los símbolos de la
autoridad papal: el anillo del pescador y los cuños empleados para
sellar las cartas apostólicas. Sella el dormitorio y estudio del
Papa fallecido, se hace cargo de la propiedad de la Santa Sede y hace
los arreglos del funeral y del cónclave en el que el Colegio de
Cardenales escogerá un nuevo pontífice.
Los cardenales gobiernan la Iglesia hasta la elección del nuevo
Papa, pero sus poderes son limitados.
Casi todos los cardenales que dirigen departamentos del Vaticano, incluyendo
el poderoso secretario de estado, pierden sus cargos a la muerte del Papa.
Multitud en Roma Llora por él
En sus últimas horas, Juan Pablo II se mantuvo sereno y en calma,
rodeado de sus médicos.
Una multitud calculada en 40 mil personas, congregadas en la plaza de
San Pedro echó a llorar al solo conocerse la noticia del fallecimiento
de Juan Pablo II.
El rezo del rosario fue interrumpido por el anuncio, seguido de inmediato
por el tañir de las campanas de la basílica, que esparció
la noticia por toda Roma.
Horas antes del fatal diagnóstico, el presidente de la Asociación
Nacional de Anestesistas Hospitalarios italianos, Vincenzo Carpino, afirmó
que el parte médico no dejó lugar a la esperanza.
Tras unos minutos de profundo silencio, tal y como solicitaron los prelados
que están en el lugar, los fieles contemplaban con incredulidad
las ventanas del tercer piso del Palacio Apostólico del Vaticano,
donde se encuentra el apartamento papal, y que se mantenían encendidas.
Algunos se han alejado de la plaza sin hablar y con lágrimas
en los ojos, mientras otros, arrodillados, golpeaban el suelo con los
puños en un gesto de rabia e impotencia.
Despedido como vivió
El pontificado de Juan Pablo II se cerró como un círculo:
el Papa de la gente recibió una despedida multitudinaria al final
de su larga agonía.
Juan Pablo II recibió el tributo, los homenajes y los elogios
que habitualmente los vivos reservan sólo para los difuntos.
La prolongada agonía del octogenario Papa polaco llegó
a las pantallas de televisión de todo el mundo, a las que de forma
permanente estuvo asomado su pontificado.
Muchos de los fieles que están desfilando bajo su ventana en
la Plaza de san Pedro le consideran ya un santo, al igual que sucedía
con una de sus devociones contemporáneas, la Madre Teresa de Calcuta.
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