De cualquier forma, los calificativos de legal o ilegal pasan a segundo plano a partir de hoy, pues este día comienza el período en que los partidos ya pueden hacer campaña y solicitar abiertamente el voto de los ciudadanos. Ahora los conceptos que intensificarán la polémica iniciada hace algunas semanas son los de campaña sucia y campaña negativa.
Desde el bloque de izquierda llegan quejas reiteradas de que ARENA está haciendo nuevamente una campaña sucia contra el FMLN. Las quejas aluden principalmente a algunos editoriales periodísticos y a la publicidad calzada por una organización que se hace llamar Fuerza Solidaria, presuntamente dirigida y financiada por ARENA. En relación con esas quejas, es oportuno distinguir entre campañas sucias y campañas negativas. Sucia es una campaña que difama, insulta o calumnia. Sucia es una campaña que atribuye acciones o propósitos indecorosos a los adversarios, sin contar con sólidas evidencias que respalden tales acusaciones. Pero las campañas que señalan ideas, acciones o rasgos de personalidad que podrían comprometer la capacidad de un candidato para gobernar no son campañas sucias sino negativas.
Las campañas negativas son parte de cualquier esfuerzo proselitista en todas las sociedades. Se apoyan en juicios más o menos subjetivos y ciertamente debatibles, pero sirven para marcar contrastes entre propuestas o entre candidatos; sirven para advertir a los ciudadanos sobre los riesgos y peligros que puedan entrañar diversas opciones electorales.
ARENA advierte de los peligros que ve para el país si el FMLN llega al poder. El FMLN hace exactamente lo mismo. Advierte de los peligros de continuar con un gobierno que, a juicio de ellos, subordina los intereses de las mayorías a los de pequeños grupos de poder económico. Ambas advertencias proyectan una visión parcializada de la realidad, pero ante las campañas negativas los candidatos pueden ejercer su derecho de respuesta y los votantes pueden discernir y sacar sus propias conclusiones. Las campañas negativas tienen un valor, pero los partidos no deben abusar de ellas en menoscabo de sus mensajes propositivos. Las campañas sucias no solo son moralmente objetables, sino también políticamente contraproducentes. Ojalá los partidos entiendan que los ciudadanos repudiamos ese tipo de publicidad.
No hay comentarios aún.
RSS feed for comments on this post. TrackBack URL