Pepeshtenango es un caserío más cerca de la nada que de Suchitoto. Una suma de casas en medio de silencios y polvo a los que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) les ha acercado dos urnas para votar, en un plan llamado “Voto residencial”. Un proyecto que se pone a prueba hoy en Cuscatlán, al cual pertenece Pepeshtenango.
No obstante, los pobladores de Pepeshtenango, campesinos en su mayoría, al “voto residencial” lo apodan “voto distancial”. Este año en lugar de votar en Suchitoto, 4 kilómetros al occidente, lo harán en el cantón Copapayo, 4 kilómetros al oriente. “El voto es residencial para los que viven en cantones. Nosotros que somos de caseríos nos lleva la fregada. Es más bien un voto distancial. Igual vamos a caminar”, expone Guadalupe Hernández, que se refresca del calor observando el lago Suchitlán que se esconde detrás de un ceibo.
El sexagenario José Tomás Hernández interrumpe a su sobrina. “Yo creo que el voto residencial tiene algo bueno, que no es la supuesta cercanía. Lo bueno es que: evitará fraudes electorales en pueblitos como estos.” José especifica algo que en el campo la gente se conoce. Saben identificar a los foráneos. Por esta razón este año decidió ser vigilante de una de las dos urnas del cantón, a las que espera lleguen 466 votantes. “Si un hondureño o nicaragüense sale con DUI no sé qué haría la gente de acá… porque aquí son bravos.”
Como cabe suponer, en el cantón Copapayo el voto residencial sí es residencial. La escuela pública, situada en la improvisada plaza de la población será el techo de sus sufragios. La decisión del TSE les ahorra un trajín a Suchitoto de 18 kilómetros ida y vuelta. “Hoy habrá fiesta aquí. Yo aprovecharé que la gente venga hasta acá. Voy a raspar minutas y vender horchata, haber si me compra la gente de Pepeshtenango”, anuncia Claudia López quien irónicamente no votará porque está cansada de promesas y agrega: “Tuve un novio que me prometía esto y lo otro, quizás por eso hoy ya no quiero votar. Siempre me quiere dar paja la gente. Pero ya no”.
Detrás de una nube de polvo blanco queda atrás Copapayo y Pepeshtenango. La carretera sube hasta el encalado municipio de Tenancingo. Aquí también, este día habrá menos votantes. Habrá urnas receptoras en apartados cantones como Rosario-Tablón. En Rosario la gente aún no sale de su asombro que las 1,790 personas que habitan en los contornos tengan sus propias cuatro urnas de cartón. “No me aguanto por votar. Ya sé que me toca en la urna 936. Soy simpatizante de alguien que no puedo decir”, dice simpáticamente José Morales. Un adolescente chele que mete la panza al hablar.
La pálida escuela de Rosario-Tablón recibirá hoy a los pobladores del recóndito caserío de Ajuluco. En realidad son tres lomas salpicadas de casas. Mientras trenza palma para hacer sombreros, Blanca Estela Valle y su esposo comentan que este día no caminarán. No tendrán que a travesar los 4 kilómetros hasta el centro de votación porque un supuesto camión del TSE, pero con la bandera verde de un partido político, les ha prometido llevarlos. “A veces me pregunto si con salvarnos de la caminada nos quieren comprar voluntades”, se cuestiona Blanca. Ella tampoco se decide si “salir” a votar. Es de esas mujeres duras, de las del voto duro. Su esposo, Manuel, es lo contrario, está desesperado por escribir su crucita.
La gente del interior del interior de Cabañas parece tener más claro lo del voto residencial. En el campo la gente sabe que si viven en un municipio votarán en su respectivo barrio o colonia. Y que si viven en Pepeshtenango tendrán que ir a cantones próximos como Copapayo. Saben que hay transporte gratuito del TSE. El sábado, en la tarde, en la capital departamental, Cojutepeque, había mucha gente que iba de escuela en escuela preguntando si debía votar en la del centro o en la del barrio San Juan.
Iván Omar Cuéllar, de la Junta Electoral Departamental (JED) de Cuscatlán, cree que todavía hace falta promover más lo del voto residencial en el país “porque siempre abundan los despistados. Espero que este plan sea un éxito para que sea extendido a todo el país en las elecciones de 2012”.
Despistados o no, los salvadoreños que dan forma a los 16 municipios de Cuscatlán, y varias decenas de cantones, elegirán a sus alcaldes y colocarán tres diputados en la Asamblea Legislativa. En supuesto hoy será más fácil elegir, más fácil decidir. Muchos votarán a unos pasos de su casa, otros todavía deberán caminar.
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