Los programas de gobierno

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Los partidos han presentado sus planes de gobierno con una serie de propuestas. Algunas de ellas francamente interesantes, y en algunos casos hasta originales. Sin embargo, es necesario que las soluciones estén encaminadas prioritariamente a resolver una serie de problemas fundamentales que afectan al país y que pueden condicionar la factibilidad de las propuestas restantes: la inequidad en los ingresos que hemos denunciado continuamente, la violencia delincuencial que se agudiza cada vez más, la evasión de impuestos, el transporte caótico y abusivo, la corrupción que siempre ha sido una espina clavada en el costado de nuestra sociedad, la insuficiente asignación presupuestal a la educación y a la salud, así como la reforma del sistema electoral, que es uno de los más atrasados de América Latina.

Ahora bien, los partidos contendientes dicen muy poco sobre estos problemas esenciales, y ofrecen crear y fomentar instituciones y programas cuyas intenciones son muy buenas, pero que se originan o derivan de los problemas ya conocidos y enunciados anteriormente, aunque queda poco claro cómo van a ser enfrentados, ni con qué recursos.

No hemos mencionado la situación que agrava y profundiza el sufrimiento de muchos salvadoreños: la falta de empleo. Ambos candidatos dicen que tomarán medidas para generarlo, pero, de nuevo, no dicen puntual y ampliamente cómo lo harán, sobre todo teniendo en cuenta la crisis financiera mundial que ya está propiciando la pérdida masiva de empleos en muchos países desarrollados, más preparados que nosotros para enfrentar las consecuencias de esta.

Generar empleos es algo difícil y complejo. Nuestros compatriotas emigrantes se fueron básicamente por la ausencia de este. Para que exista dicho empleo es necesario que las fábricas funcionen y se multipliquen, que el campo florezca con miles de campesinos trabajando y que la pequeña y mediana empresa tengan el soporte y la legislación necesaria para desarrollarse. Realmente son las personas productivas las que generan, por medio de los impuestos (si se cobran), los recursos necesarios para que un pueblo se eduque, tengan salud y sea relativamente próspero.

Es posible que existan diferencias sobre cómo encarar esta problemática y que para superarlas sea necesario lograr un consenso mínimo entre los partidos, lo cual se vuelve difícil en nuestra partidocracia, pero en todo caso será deber, para quienquiera que sea nuestro futuro gobernante, concertar pactos fiscales y acercamientos necesarios para la gobernabilidad.

Si solo se promete para alentar o impulsar una candidatura, caeremos en la demagogia que es la madre del escepticismo, el desaliento y la amargura. Y los buses seguirán atropellando, los evasores de impuestos seguirán impunes, nuestros niños no tendrán futuro y la violencia se acrecentará cada día más. No exageramos al decir que el país puede estar al borde de la crisis y el caos. Esperamos sinceramente que no sea así.

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