Las campañas políticas siempre generan grandes ansiedades, pasiones y las personas que apoyan a uno u otro candidato se vuelven altamente sensibles a lo que se expresa a través de los medios de comunicación. En este caso, los que apoyan a Rodrigo Ávila quisieran que uno escribiera o dijera cosas favorables a su candidato, que no criticara al gobierno y que atacara al FMLN, mientras que los partidarios de Mauricio Funes quisieran que uno escribiera cosas favorables a su candidato y que criticara a ARENA.
Dadas todas esas pasiones, a los partidarios de ambos partidos y candidatos les cuesta mucho ver más allá del 15 de marzo, pero aunque hay que ganar las elecciones para convertirse en presidente de la República, las elecciones son solo un medio y el objetivo real comienza el 1.º de junio de 2009 y termina el 1.º de junio de 2014.
Así como se ve el panorama, al menos hasta el día de hoy, el resultado de las elecciones presidenciales es posible que sea bastante cerrado y que ningún candidato, independientemente de quien gane o pierda, vaya a tener un mandato muy claro, ni un “cheque en blanco” para gobernar con el PCN y que pueda olvidarse del partido que haya perdido las elecciones.
En primer lugar la situación económica va a estar bastante complicada en junio; en segundo lugar, el gobierno saliente va a dejar una situación fiscal bastante deteriorada con pocos recursos en caja y varias deudas; en tercer lugar, la población va a estar esperando que el nuevo presidente cumpla con todas las promesas que hizo durante la campaña política; y en cuarto lugar se tendrá que elegir a cinco magistrados de la Corte Suprema de Justicia y al fiscal general, con 56 votos en la Asamblea Legislativa, entre otros cargos de segundo grado.
Todo lo anterior obligará al próximo gobierno a que tenga que concertar con la segunda fuerza política del país y no le bastará con tratar de ponerse de acuerdo con la tercera fuerza política. Esto generará una buena oportunidad para que el nuevo presidente haga un llamado a establecer un gobierno de unidad nacional y que incorpore personas del partido de oposición en su gobierno o que al menos establezca un mecanismo a través del cual se puedan poner de acuerdo en un plan de nación y en un pacto fiscal.
Es el momento de comenzar a pensar en cómo gobernar y cómo obtener la gobernabilidad que requerirá el próximo presidente.
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