Por el momento, todo apunta a que los resultados de las próximas elecciones presidenciales serán reñidos. Todo indica también, como lo señalamos en anterior artículo, que el “gran elector” será el denominado “voto fluctuante”, y no los militantes o simpatizantes de los partidos. De ahí la fuerte disputa que libran ARENA y FMLN por la captura de este segmento aún no definido del electorado.
Dentro de tal disputa, ciertas “externalidades” juegan a favor o en contra de la conquista de aquel gran elector. A ARENA le favorece el entusiasmo y energía con que se dotó a partir de las elecciones del 18 de enero, sobre todo al derrotar al Frente en su principal bastión municipal. Le favorece también la percepción ciudadana, reflejada en encuestas, de su mayor capacidad técnica de gobernar; mientras que los vientos turbios provenientes de Venezuela y Nicaragua, y el silencio del Frente ante ello, encuentran terreno fértil para levantar los polvos del temor y el miedo dentro de una sociedad mayoritariamente conservadora. Mientras que al FMLN le favorecen factores como la mejor imagen de su candidato, el desgaste de 20 años de gobierno arenero, los signos de continuidad detrás del escenario, la desesperación que se apodera de los crecientes desempleados, los nubarrones de la crisis económica.
Lo antes dicho podría dar pie a creer que las externalidades de la crisis económica en ciernes favorecen al FMLN, como el que las externalidades políticas emanadas del acontecer nicaragüense y venezolano favorecen a ARENA. Pero las cosas no son tan simples y mecánicas. Las externalidades negativas económicas podrían desfavorecer a ARENA y las políticas al FMLN solamente dentro del escenario del “no hacer nada”. Sin embargo, si ARENA logra mostrar mejores propuestas, si logra mantener o incrementar la percepción de su mayor capacidad técnica, al tiempo que logra exponer las debilidades del Frente en tal terreno, los momentos de inseguridad e incertidumbre que provoca la crisis económica, al contrario de lo que se piensa, le podrían favorecer. De igual manera, si el FMLN, y no solo su candidato, habla claro y fuerte de cara al esquema que se quiere imponer en Nicaragua y Venezuela, y se distancia con firmeza del mismo, se podrá inmunizar de las campañas del miedo que le lanza ARENA, neutralizar uno de los principales ejes de campaña de este, e investir de mayor credibilidad su propio eslogan central de cambio. No me cabe duda que el partido que no reaccione adecuadamente a tales externalidades negativas llevará las de perder en la próxima contienda electoral.
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